Robert Pattinson
-¿No dirás nada?- Thomas me preguntó con voz suave -¿tampoco me mirarás?- cerré los ojos con fuerza dándome ánimos para afrontar la realidad.
Lentamente me giré en mi sitio para encontrarme con él. Su cuerpo había cambiado durante estos cinco años, estabá más fornido y alto, su piel seguía siendo blanca, su cabello rubio aún tenía es brillo que lo caracterizaba solo que ahora se encontraba un poco más largo y oscuro.
-Ya era tiempo, pensé que nunca te volvería a ver, pero aquí estas- ví como se acercaba a mi con un aire tranquilo.
-No sabía que querías verme- dije en voz baja, me sentía intimidada.
-Hay ciertos puntos que tú y yo no hemos aclarado, creo que ya es momento de hablar sobre eso- lo miré sabiendo muy bien de que puentos se tratan.-¿Estás enojada?- preguntó viendo que no decia nada.
-No- solté un pequeño suspiro. Me detuve un momento a mirar su vestimenta, una simple camisa blanco y un pantalón negro, algo un poco informal pero en él lucia elegante.--Todo estuvo claro aquel día, ¿por qué habría de enojarme?- me cruce de brazos, quería mantenerme firme. Los recuerdos donde él me rechazaba junto con sus palabras frias hicieron que el enojo comenzará a formarce en mi interior.
-Quiero confesarte que estoy feliz de verte- se acercó a mi a paso lento, manteniendo sus manos juntas y portando una mirada de cachorro regañado, pero estabá muy equivocado, no sederia tan facil.-No me importa- mantuve mi mirada en él. Giró su cabeza con una sonrisa forzada
-Estas enojada- fueron las palabras que salieron de su boca, confirmando lo obvio.-¿Y que esperabas, Thomas? ¿Que corriera a ti y te recibiera en un fuerte abrazo? ¡Claro que no! Es más, ni siquiera se que hago aquí, tú me dejaste claro que no querías saber nada de mi, ¿y sabes qué? Eso fue justo lo que hice, me alejé de tu vida. Tú dijiste que tu mundo en ese momento girabá al rededor de alguien más y justo ahora que salgo vienés a darme tu lástima, ¿sabes que? No la necesito.
-No es lastima, en verdad te extrañe y solo quiero ayudarte. Dime, ¿de qué vivirás? ¿Qué es lo que harás?
-Ese no es asunto tuyo. Ya te lo dije, no necesito tu ayuda.
Caminé hasta llegar al sillón de color negro que estabá cerca de la ventana, quería tomar un tiempo antes de continuar con la pelea. Pensabá muchas cosas y algunas de ellas no quería afrontarlas.
Mi mirada iba del coche negro que esperabá en la entrada de su casa a su mirada fria.
-¿Qué haces aquí?- me preguntó con voz dura.
-¿Qué, que hago aquí? Thomas, ¿por qué no me dijiste que te acostaste con Rebeca?- solté la pregunta de manera brusca, él tartamudeo antes de continuar -y no me mientas que Alexander me lo ha dicho todo.
-¡Ese maldito...
-¡Thomas, responde mi pregunta!
-¡Esta bien! Si, me acosté con ella, ¿contenta?- lo miré con lagrimas apuntó de rodar por mi cara -Rebeca se acercó a mi esa noche, ella estabá triste y sola y no solo eso sino que terminó por conferzarme su amor por mi, ¿sabes que es eso Elizabeth? Ella dijo que me ama, ¡me ama! Tanto tiempo esperé a que ella me correspondiera y ahora esta sucediendo.
-¿Pero... - no podía creer lo que estabá escuchando - ¿y yo? - bajé la mirada tratando de soportar el llanto.
-Eliza... perdóname– lo miré con la boca abierta. -Nunca quise hacerte daño, jamás imagine que la bola de nieve crecería tanto, por favor comprendeme.- Se mantuvo en su lugar y todo la rudeza se había esfumado pero no daba indicios de arrepentimiento.
-Que fácil es para ti utilizar a las personas y después botarlas- lo miré de nuevo -Thomas yo te amo, ¿qué hago con eso?-
-Elizabeth no cambiaré de opinión - volvió a tomar la posición de antes, denotando firmeza -yo no te amo, ahora mi vida es completamente para Rebeca, ella es la mujer con la que quiero estar y pasar el resto de mi vida y hare todo lo que este en mis manos para cumplirlo. Ahora, vete y si me permites darte un consejo alejate de Alexander, no es de fiar- un tipo alto se acercó a nosotros -llevala a casa, Ian- y sin más dió media vuelta, dirigiendose a su hogar dejandome con un desconocido y con el corazón roto.
-¿Puedo sentarme aquí?- su voz me trajo de vuelta a la realidad.
-Es tu casa y puedes hacer lo que te venga en gana.- Él se mantuvo callado y tomó asiento a mi lado. Yo por mi parte me senté derecha llevando mis manos entre mis piernas, calmando los nervios que sentía.
-Elizabeth, en el pasado no tuve el tiempo ni el valor de acercarme a ti, pero ahora que estas aquí, qué puedo mirarte de nuevo solo quiero decirte que lo siento.- Mi mirada se mantuvo siempre al frente, aunque por el rabillo del ojo podía ver que él si me miraba. -Lo siento por todo, por comportarme tan cruel contigo aquel día, por no escucharte, por permitir que mis palabras te orillarán hacer parte del mundo de Alexander, si tan solo te hubiera escuchado jamás te hubieras acercado a él y quizás tú libertadad no se habría visto interrumpida, pero no fue así. Por todo eso lo siento- hasta ahora, mi mente se había mantenido en blanco, no sabía que decirle.
-Eso ya no importa Thomas. - Susurré, antes de tomar aire y continuar. -Lo que habría dado por escuchar esas palabras 5 años atras, pero ahora- me atreví a mirarlo. -Todo ha cambiado y todas esas cosas horribles que vivimos han quedado en el pasado. Estoy lista para comenzar de nuevo, en un futuro en cuál ni Alexander ni tú están presentes.- Él bajo la mirada, por un momento pude detectar dolor por mis palabras pero lo disfrazo muy bien. -Estoy cansada de todo este mundo, en el que no hay salida y siempre tienes que vivir protegiendote, yo no quiero eso para mi.
-¿Y qué es lo que haras?- Sus ojos verdes se posaron en mi.
-Aún no lo sé, pensabá rentar un cuarto y buscar empleo al sur del país pero nada salió cómo lo esperabá. - Suspiré recordando mi dinero.
-Sabes que puedes pedirme lo que quieras, tú solo tienes que decirmelo y sera tuyo.- Ambos llegamos a un punto donde nuestros cuerpos quedaron pegados y las miradas muy cerca.
-Te lo repito de nue...
-Ya lo sé, "no quieres nada que salga de mi". De cualquier forma siempre estaré para ti. Ahora estas aquí y no me daré por vencido- mostró una sonrisa liguera.
-¿Qué quieres decir con eso?- fruncí el ceño.
-Ganarme tu perdón puede ser lo primero y lo segundo es un secreto.- Me regaló una de sus sonrisas juguetonas que tanto me habían gustado en el pasado. -¿Me permites que te llevé a casa? Es tarde y las calles están solas.
-Esta bien, pero solo por que es peligroso- y en cierta forma lo era, Alexander estabá detras de mi y eso es algo que aún me aterra.-vamos.
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𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖖𝖚𝖊. ᴿᵉˡᵃᵗᵒˢ ʸ ᵒᵗʳᵃˢ ᶜᵒˢᵃˢ
Short StoryRelatos sumamente largos con una carga de: antigüedad, romanticismo, fetiches y fantasía. El sexo con amor abunda en este lugar. Historias basadas en mis crushes favoritos. En edición constante.