𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖖𝖚𝖊. ᴿᵉˡᵃᵗᵒˢ ʸ ᵒᵗʳᵃˢ ᶜᵒˢᵃˢ

Elizabeth.

Robert Pattinson

Había transcurrido un día desde que
estuve en casa de Alexander y no voy a mentir, tengo miedo. He salido a la calle con mucha precaución. Miro a ambos lados de detrás de mi pero hasta ahora no me ha ocurrido nada. Hoy era jueves para ser exactos. Me encontrabá de camino a la casa de mi gran amiga Lisa. Había decidido ir a visitarla para enterarme de todo lo que había ocurrido mientras yo no estaba aquí, esperaba que fuera algo interesante.

Toqué el timbre de su casa una sola vez, esperando recibir a su mayordomo. Éste me abrió la puerta y me llevó a lo que parecía ser su nueva estancia.

—En un momento la señora estará con usted— su voz sueve y tranquila.
—Gracias— el hombre hizo una pequeña reverencia y salió por la puerta. Tomé asiento en uno de sus cómodos sillones y espere por ella.

La estancia estaba pientada de un color crema y tenía demasiados adornos por todas partes. En una esquina pude divisar un mesa con algunas botellas de licor y en el centro de la pared una lámpara colgante, algo exagerado en mi opinión.

—¡No lo creí cuando me dieron la noticia!— Escuché unas pisadas rápidas acercandoce a mi. —¡No sabes lo feliz que estoy de verte mi querida Elizabeth!— me levanté de mi lugar y acepté el abrazo que ella me ofrecía.

—¿Cómo has estado Lisa?— pregunté con una enorme sonrisa en mi rostro.

—He estado muy bien, ¡pero mírate! ¡estás increíble!— me hizo girar en mi propio eje.
—Lo sé, muchos ejercicios en prisión— sonreí —estoy contenta de que me hayas recibido aquí, en tu casa— le agradecí.

—Esta siempre será tu casa, pero por favor toma asiento, voy a pedir unas bebidas— seguí sus indicaciones sentándome donde anteriormente estaba.

—Seguro que debes estar sorprendida por todo, han pasado muchas cosas desde tu partida— tomó asiento enfrente de mi y le indicó a su mayordomo donde colocar las vasos —Puedes dejarlas sobre la mesa Rymon, muchas gracias, yo te llamaré si necesito algo más.
—Claro mi señora, con su permiso— nos dio una ligera reverencia y desapareció por el pasillo.

—Si, justo por eso vine. Tú siempre fuiste mi amiga y quien mejor que tú para saber todo lo que pasa en esta ciudad, eres como un periódico viviente— solté una pequeña risa antes de dar un pequeño sorbo a mi bebida.

—Lo sé querida, el problema es por donde comenzar toda esta historia de eventos tragicos— acarició su mejilla mirándome.

—Solo lo más relevante eso me ayudaría mucho.
—Todo lo que ha sucedio es relevante querida. Después de que todos se enterarán de que tú serías llevada presa, Alexander contrató a una persona para que investigará que pasaría contigo en prisión miestras que él desparecia de aquí con todo el dinero que ustedes le habían quitado a Mayer. Supe que se había marchado a una isla en el caribe donde nadie lo encontraría y estuvo ahí por un largo tiempo, nadie supo nada de él durante un año.