Elizabeth

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Robert Pattinson

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Robert Pattinson

Una noche anterior Thomas me dejó en
la puerta de mi hogar despidiéndose con una liguera sonrisa en el rostro y con un brillo en sus ojos. Solo acepté su invitación por mi protección o sea, mi interes personal y eso no significa que este cediendo, ¿verdad?

A la mañana siguiente unos escandalos en el edificio cortaron mi sueño y terminé por levantarme, decidí dejar mi cama y ver que sucedía. Al llegar a la sala y pasar por la ventana mi sorpresa fue enorme, afuera se encontrabá Richard a lado de un coche negro estacionado. No lo dude ni un segundo y corrí de vuelta a la habitación. Recogí todas mis cosas dejandolas dentro de un bolso viejo que traje conmigo además la parte del dinero que quedabá. No tardarían mucho en llegar a mi habitación. Como no había escapatoría corrí hasta la ventana de la cocina y sin perder más tiempo baje por ella. La bolsa se había atorado en el filo de la ventana cuando los golpes de la puerta llamarón mi atención.

-¡Diablos!- Me apresuré a salir y dejar caer la escalera metalica. Bajé de manera rapida y al llegar al último escalón tropecé callendo de golpe y raspando mi brazo derecho.

-¡Elizabeth!- la voz de Richard rezonó en todo el lugar. Me levanté con velocidad y corrí en dirección contraría, detrás del edificio para ser exactos.

-¡No corras maldita! ¡Ven acá!- mientras corría giré la vista para mirar detras de mi pero nadie me seguía eso hasta que choque con un pecho duro y unos brazos me sujetaron con fuerza, impidiendo mi caída.

-Elizabeth- el rostro de Thomas se tornó en mi visión.
-¡Thomas! No hay tiempo para explicaciónes tengo que irme- intenté correr pero su agarre no me lo permitió.

-Dime que sucede- exigió
-No hay tiempo unos tipos...
-¡No debió ir muy lejos! ¡ve por ella!- el gritó de Alexander llamó nuestra atención.
-¿Unos tipos?-me miró con una pizca de enojo.

-Thomas, por favor dejame ir- supliqué
-¡Eres un idiota!- la voz de Alexander se escuchabá cada vez más cerca.

-Entra al coche, ahora- me dió un suave empujón llevandome con él hasta la puerta de un auto negro.

-Pero...
-no salgas y no hagas ruido- no me pertimió hablar y con movimietos algo brusco me dejó en el asiento delantero, cerró la puerta en secó una vez que estuvé dentro.

Thomas sacó de su bolsillo un cigarro mientras Richard y Alexander giraban llegando justo donde se encontrabá.

-Thomas- Alexander exclamó con sorpresa.
-Jefe- le siguió Richard. Thomas en cambio mantenia un semblante serio y relajado.

-¿Qué hacen aquí?- preguntó mirandolos. Richard miraba a Alexander en busca de una respuesta y sus movimientos solo delataban lo nervioso que se encontrabá.

-¿Y bien?- soltó el humo.
-No es de tu incumbencia.

-¿Cómo te atreves hablarme de ese modo? Qué no se te olvide que aún estas bajo mi mandato.

-En ningún momento hablamos acerca de como dirigirme a ti "majestad"- Alexander se acercó a Thomas de una manera amenazante, ambos quedarón de frente mirandosé a los ojos.

-Ahm... Alexander- Richard apareció en el medio para alejar a Alexander con un gesto no muy gentil. -Será mejor que nos vayamos- Richard continuó mirando a Thomas. -No volverá a suceder jefe. Solo estavamos patrullando el lugar y puede estar tranquilo, porque no encontramos nada extraño.

-Richard lo mejor sería que comienzes a reconsiderar a la clase de colegas que eliges- Thomas lo miró. -En cuanto a ti, cuida tus palabras y la forma en la que me hablas por que te puede salir caro- y con esto último se dió media vuelta regresando al coche.

-Tus "consejos" no sirven de nada mirá a Elizabeth- ambos giramos la cabeza con sopresa. Alexander mantenía una sonrisa sinica en la cara, cruzandose de brazos continuó.-Le pediste que se alejara de mi pero ya vez, me prefirió por encima de ti es una lastima que el destino nos haya separado- todos en el lugar setiamos la tensión entre ellos dos. Por un momento hasta me olvide de respirar -Nos vemos Thomas- pronunció Alexander mirntras se alejaba, manteniendo aún una sonrisa en su rostro.

Thomas regresó al coche y no dijo ni una sola palabra.

-Lamento que hayas tenido que lidiar con esto.- fue lo primero que dije para romper la tension que se sentía a kilometros. Lo miré pero él solo se mantenía en su sitio.

-¿Qué hacían aquí?- preguntó mirandome con el ceño fruncido girando su cuello casí como la niña del exorcista.
-Se lo que estas pensando pero no es así. Yo estabá en mi cuarto cuando el ruido me termino por despertar fue ahí cuando los vi y decidí huir pero cuando corria me tope contigo y lo demás ya lo sabes.
-¿Huir? ¿Huir de qué?- rayos había olvidado un pequeño detalle.
-Bueno yo...- bajé la mirada buscando una respuesta o una excusa, lo que venga primero.
-Sin mentiras- parece que además de volverse jefe aprendió a leer la mente de los demás. -La verdad.‐ Lo miré a los ojos.
-El día que salí de prisión fuí a mi antiguo hogar y amenacé con una pistola a todo el equipo de Alexander además de que los robe, hice que se desnudaran para evitar que me siguieran.

Pensé que seria más dificil de explicar pero todo resulto bien.

-¿Qué?- preguntó Thomas. Yo solo atiné a mirarlo y su rostro poco a poco se fue relajando y una mezcla de sopresa y burla se formó en en él.

-Quién lo diría, parece ser que la rebelde en ti aún no ha muerto- mencionó encendiendo el auto y poniendolo en marcha
-Qué puedo decir. ¿A dónde me llevas? Ellos ya se han ido, es mi momento de escapar- hice el ademán de quitarme el cinturon.

-Elizabeth, no iras a ninguna parte. Vamos a desayunar me cuentas todo con detalle y después decidimos, ¿de acuerdo?- preguntó mirandome y atreviendosé a poner una de sus manos en mi pierna. Yo miré su mano y lo miré a él.

-Esta bien- y aparté su mano de una manera para nada gentil.

𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖖𝖚𝖊. ᴿᵉˡᵃᵗᵒˢ ʸ ᵒᵗʳᵃˢ ᶜᵒˢᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora