Extra 1

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Cameron:

—Deténganse.

La voz me salió débil, sin el tono demandante que siempre utilizaba. Intenté ordenar, intenté dejar claro que se detuvieran, intenté no sonar vulnerable… pero solo pronuncie una suplica desesperada. Tan desesperado como me sentía en esos instantes.

Alexa desapareció, no sólo de mí vista, desapareció totalmente de cualquier radar o sentido, no la sentí mediante el lazo como hace solo unos minutos, unos malditos minutos que transcurrieron tan rápido y fugaz que apenas se percibieron.

No. Por favor, no. Por favor, que esté equivocado. Por favor.

La barrera celeste brillo levemente ante los rayos de sol, reflejando bellos colores hacía nosotros como un arcoíris, dejando en claro que definitivamente mis más profundos deseos no se cumplirían. Un golpe de realidad. Sacudí la cabeza, sintiendo de pronto un escalofrío por todo el cuerpo, y miré hacia los brujos que murmuraba en silencio mientras permanecían de rodillas, las lágrimas en el rostro de Lucía y el rostro triste de Rafael me obligaron a avanzar hacía ellos.

Lucas se interpuso en mi camino, viéndome fijamente con claras intensiones en sus ojos: No debía acercarme más o atacaría.

—Basta. —Mi voz ni siquiera se oyó. Y si lo hizo pasó desapercibido.

Porque lo que tanto me negué se manifestó con un halo carmesí brillante y denso que golpeó la barrera como olas enfurecidas produciendo  sonidos desagradables y temblores, un sismo que nos sacudió a todos.

A pesar del movimiento, mis pasos lentos se convirtieron en zancadas veloces, dirigiéndome hacia el lado donde Alexa desapareció. El aire golpeó mi rostro mientras corría hacia allí, escuché a alguien gritar y también a alguien tratando de detenerme pero yo solo me detuve al llegar a la barrera cristalizada que recibía las oleadas de color carmesí.

El escenario fue perturbador; la barrera resistía pero los crujidos ante los golpes fueron inevitables, estando a tan solo centímetros sentía que en cualquier momento se rompería como un cristal, sin embargo no fue así aún cuando los halos rojos cubrieron todo. Absolutamente toda la barrera.

Se hizo un silencio mortal.

Poco a poco, muy lentamente para mí, lo rojo fue desvaneciéndose. Con los puños apretados, avancé hasta tocar la barrera observando como de pronto sólo habían pequeños hilos carmesí en el aire, moviéndose lentamente en una danza.

Con la desesperación y el dolor cubriendo todo, golpeé la maldita barrera que no se inmutó ni un poco, mis puños cerrados impactaron contra ella lastimando mis nudillos, la sangre se deslizó por mis dedos y ni siquiera sentí las heridas que me produje, solo quería eliminar esta puta cosa que me impedía ir donde mi Luna.

Silenciosamente, después de unos minutos, la barrera desapareció y no perdí ni siquiera un segundo en convertirme y correr. Me faltó el aire de lo rápido que avancé, sin embargo lo que me encontré no sólo me dolió sino que me destrozó en pedazos y horrorizó.

Ropas intactas y vacías tocaban el suelo, solo blusas, camisas o pantalones. No había ninguna persona, no había ningún signo de vida entre las tiendas de campaña que habían permanecido intactas desde hace semanas.

Una suave brisa llegó y con tan sólo eso supe que no había nadie con vida en muchos, muchos kilómetros.

—¿Qué mierda…? —Escuché a mi lado.

No volteé pero supe que se trataba de Kyler. Los murmullos estupefactos y los latidos desmedidos me indicaron que no estaba solo.

Seguí a avanzando entre las tiendas que no portaban ningún alma, mi objetivo estaba en el centro y por más que la escena fuera terrorífica tenía solo una cosa en mente: Encontrar a Alexa.

Alexa (2°Pt.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora