Alexa (2°Pt.)

Epílogo

—Hace exactamente 120 años ocurrió la gran masacre denominada MIS, Muerte Instantánea Súbita, que acabó con la vida de más de cuarenta millones de personas, el desastre desconocido y, hasta el momento, inexplicable, eliminó totalmente a cualquier ser humano en casi todo el país de Españ—

Apagué la televisión sin importar qué tan importante e inexplicable sea la noticia, simplemente no me interesa, no es que no me gustaran las noticias, es más, las veo todos los días al desayunar pero justamente hoy es mi cumpleaños, no quiero iniciar mi día oyendo a científicos y médicos hablar sobre el desastre ocurrido hace más de un siglo cuando en menos de una hora tengo un importante examen.

Camine hacia mi habitación después de lavar los utensilios usados para el desayuno, me cepille los dientes con total calma y seque mi rostro con una pequeña toalla.

Un par de ojos azules claros me recibieron en el reflejo del espejo frente a mi cuando eleve la mirada, Suspire pesado sin poder evitarlo antes de aplicar delineador y un poco de rímel.

El color de mis ojos era hermoso, tan bonitos que muchos se me quedaban viendo hipnotizados por varios minutos, me gustaban pero habían causado tantos problemas que no podía decir que me encantaban por simples razones:

Mis padres tenían los ojos oscuros.

He allí el problema; mi padre era Japonés y mi madre chilena, mi país natal, no había antecedentes para el color de mis ojos y cuando nací todos pensaron que mi madre había engañado a mi padre en su Luna de Miel a Roma.

El amor que sentían no fue tan grande como decían pues mi padre le pidió el divorcio casi de inmediato, sin importarle que la prueba de paternidad diga que soy su hija. No le intereso en lo más mínimo. Para él yo debía mantenerme muy lejos, no le importo dar una pensión financiera de grandes cifras, solo quería mantenerme alejada de sus amistades y vida social, no quería que nadie sepa que tuvo una hija supuestamente bastarda, fue tanto su desprecio hacia mí que anunció a los cuatro vientos que su esposa perdió a su bebé y la pérdida los distanció terminando en un divorcio, que para que mi madre no se sintiera mal adoptaron un bebé de la edad de su hijo.

Fue tanto su desprecio que no me dio su apellido y jamás me visito.

Por esa razón mi madre me crío sola, aunque no me dio el cariño que los padres de mis amigos les daban, nunca me lo dijo pero sus acciones si; ella me culpaba.

Los que si me lo demostraban eran mis abuelos maternos, ellos me odiaban con todo su ser por hacer llorar a su hija y se encargaban de mostrarme todos los días. Me despreciaban al punto de negarme ante todos, aseguraban y juraban que yo era adoptada, confirmando la mentira de mi padre, absolutamente todos se lo creyeron.

Y para colmo todo parecía decir que yo no era su hija biológica:

Mamá era de baja estatura, yo era alta. Mamá era castaña, yo era rubia natural. Mamá tenía una belleza normal, yo tenía una belleza sobrenatural. Mamá tenía las curvas necesarias, yo tenía curvas exuberantes. Mamá era alegre y carismática, yo era seria y fría. Lo único que quizás compartíamos era la piel clara.

Sin embargo, mamá jamás me desprecio de la manera que sus padres lo hacían, ella dejaba que la abrace, que la bese, limpiaba mis lágrimas, dormía conmigo cuando tenía pesadillas, me ayudaba con las tareas… Era mi madre, aunque jamás me defendió de sus padres o negó que yo era adoptada. Eso era lo único que no hacía por mí.