Extra 2 (1)

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Mael, 2 meses.

Gu… gu… —Mael balbuceo, elevando uno de sus brazos y metiéndose el puño a la boca, temblando por el esfuerzo.

Cameron soltó una débil risa. Siguiendo el sonido y el aroma, el bebé giró lentamente su cabeza y observó a su padre con entusiasmo. El Alpha se acomodó sobre la cama de lado, miró fijamente a su hijo que le devolvía la mirada y le tendió su mano.

Mael dejó de babear su puño y muñeca para tomar dos de los grandes dedos de su padre en sus pequeños puños y luego los observo muy atentamente, como si viera algo extremadamente desconocido y nuevo.

Ha…

El pequeño Alpha balbuceo y miró a su padre otra vez, preguntándole algo tal vez.

—Es mi mano izquierda, Mael, y este es el tuyo. —Tomó su delicada y pequeña mano izquierda y lo puso frente a su cara.

Mael, como si otra vez viera algo nuevo, miró su propia mano izquierda por varios segundos y luego se lo metió a la boca.

Cameron aguanto la risa mientras lo tomaba con ambas manos, a cada lado de su diminuto cuerpo, y lo acomodó en su amplio pecho, boca arriba. Luego tomó el osito de felpa celeste y lo elevó.

—Mira, es un osito. —Movió el objeto y Mael elevó amabas manos, curioso y tal vez con intenciones de meterlo a su boca también.

Lo bajo y se lo puso sobre su cuerpo, Mael de inmediato lo abrazo, olfateando levemente y luego empezó a balbucear otra vez, como si le comentara algo. Cameron solo respondió a lo que su criterio decía:

—Si, huele delicioso.

Tomó los dos pequeños pies que estaban cubiertos por medias blancas y jugó con ellos mientras sentía como su hijo seguía balbuceando y metiéndose el puño a la boca, manteniendo siempre a su lado el oso de felpa.

Beso su cabecita, sintiendo el fino cabello castaño causarle cosquillas, y esperó mientras le hacía charla a que el bebé se cansara por sí solo para luego hacerlo dormir.

Mael, 8 meses.

—Pa-pá. Pa-pá. Vamos, cariño, repite. Pa-pá. —Lara sonreía hacia su nieto, observando la manera erguida en la que estaba sentado.

Mael agitó los brazos, manteniendo bien el equilibrio, y soltó una risita.

¡Pa!

—Muy bien, cariño, una vez más. Di Pa-pá.

¡Pa!—Mael repitió.

Pero pronto su atención se fue hacia los cubos de diversos colores que estaban siendo acomodados delante suyo. Silver terminó de formarlos en una torre alta y dijo:

—Mira, Mael, haz uno igual. —Señaló los muchos bloques que estaban dispersos por toda la alfombra suave de su habitación.

El pequeño Alpha tomó dos de los cubos después de observarlos con curiosidad y los formó uno sobre el otro para luego reír de su logro. Su primo aplaudió, entusiasmado, compartiendo su alegría.

—¿Viste, Dalia? Tu turno. —Silver alentó a la bebé que estaba sentada cómodamente en su regazo.

Mael aplaudió alegremente, como si estuviera alentando a su pequeña amiga. Sintiéndose capaz, Dalia tomó un cubo y lo colocó sobre los que Mael había formado.

Aplausos sonaron desde el único gran sofá a un lado de la habitación, frente a la alfombra donde los bebés jugaban. Lucía y Lizbeth eran quienes aplaudían emocionadas, como si hubieran presenciado el más magnífico espectáculo de sus vidas.

Alexa (2°Pt.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora