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Capítulo 38
~Mael~

Lunes, 21 de abril.

15: 21 pm

Alexa.

—Está bien. —Asentí observando el contrato de compra. —Depositare el dinero después de firmar el contrato, lo espero a las cuatro.

Una vez obtuve la afirmativa colgué la llamada y bebí del tibio chocolate sin azúcar con un poco de leche. Mi vista se aparto de los papeles para girar hacia la calle, desde la terraza tenía una muy buena perspectiva del edificio que pronto me pertenecería y se convertiría en la nueva Sede de Madrid, España.

La zona me encantaba, estaba en un lugar concurrido y elegante, además de que justo al frente había un cafe terraza delicioso. Aunque por el momento no debía tomar café con demasiada frecuencia, lo haría después del embarazo.

—Ugh. —Se quejo Cameron dejándose caer en el asiento frente a mi.

Acomodo su pelo hacia atrás mientras suspiraba con pesar, mantuve la vista en su tez palida por unos segundos antes de sonar una risita.

—No puedo creer que seas tú el de los mareos y náuseas. —Sacudí la cabeza con incredulidad.

Mi cuerpo había experimentado pocos cambios o signos de embarazo hasta el momento y aunque había tenido mareos, náuseas y antojos no eran algo notable, eran imperceptibles. Creí que se debía a que mi cuerpo era fuerte pero al parecer Mael decidió castigar con todo aquello a su figura paterna.

Cameron era muy sensible a los aromas, y casi vomita al sentir el olor del café amargo, por suerte supo controlarse y solo tuvo que mojarse la cara por varios minutos en los cuales estuve hablando con el dueño del edificio.

—Yo tampoco. —Murmuró abanicandose con las manos.

Tomé un sorbo de chocolate tibio para ocultar la sonrisa divertida que me causaba el caso, la verdad prefería el café pero no era bueno para Mael, a decir verdad no estaba nada mal.

—Desean algo más, señores. —Un joven se acercó con una pequeña libreta y un delantal con el logo del café, nos miró a ambos con una sonrisa amable.

—Una mini tarta de maracuya y dos capuchinos. —Respondió Cameron.

—Que no tenga mucho azúcar. —Añadí.

La mini tarta de maracuya estaba deliciosa. El capuchino también.

Hable de todos los acuerdos y cláusulas con el dueño, el cual estuvo encantado por la suma que le propuse, todo estuvo tal cual lo quise y él mismo me recomendó buenos decoradores internos.

Liz llegó después de que se fue y juntas observamos todo una vez más para decidir que cambiar y como decorar.

A las siete tomamos un vuelo a Alemania, ya habíamos estado demasiado tiempo en España y necesitaba hacerme cargo de la Constructora, no les daría más poder a esas personas que se hacen llamar accionistas.

Los vampiros se fueron por su camino mientras nosotros a mi casa, era muy de noche así que llegamos directamente a dormir.

Como si la paz se quedara en la manada, los sueños/premoniciones volvieron sin compasión.

Alexa (2°Pt.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora