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Capítulo 50
~Tormenta III~

“Sangre.

La sangre corría como un río embravecido que no daba tregua ni tenía compasión, el líquido carmesí se deslizaba por el suelo, manchando todo a su paso, salpicando los troncos por las fuertes mordidas que ocasionaban heridas mortales, una muestra que decía claramente que se estaban llevándo vidas, dejando cuerpos interés por los suelos.

Sus corazones dejaron de latir, quedó solo silencio, ningún latido.

A muchos les faltaban extremidades, no tuvieron piedad, simplemente cerraron sus fauces sobre las piernas o brazos y arrancaron sin pensarlo, pues los licántropos que cuidaban los límites de la manada eran un impedimento, una piedra en su camino. Avanzaron sin detenerse, eliminando todo en su camino: Adultos, mujeres embarazadas, adolescentes, niños, bebés…

No hubo compasión.

Aún cuando todos se prepararon para la guerra, no imaginamos que atacarán de esta manera, esas bestias no tenían corazón, alma, estaba vacías y huecas. Siguiendo ciegamente a su Alpha por instinto porque todo había muerto cuando pactaron.

—¡Protejan al futuro Alpha! —Se escucho por sobre todo ruido, la voz sonaba cansada y desesperada.

Las alas negras con las que me defendía de los ataques se extendieron con fuerza, lanzando el cuerpo del lobo marrón contra un grupo de lobos que rápidamente lo destrozaron y volvieron a formarse en un círculo a mi alrededor.

Sostuve con mayor fuerza pero a la vez cuidado al pequeño ser que se movía en mis brazos y lloraba a causa del ruido aún cuando mi cálido aroma maternal lo rodeaba. Sentía mi temor, sentía mi frustración y por ello no podía calmarse. No podía defenderme con los brazos pues sino se caería, solo tenía las alas y los lobos como defensa.

Por más que quisiera pelear debía proteger a lo más importante de mi vida. Debía hacerlo.

Cameron desgarro el cuello del lobo que tenía intenciones de atacarlo, gruñendo furioso y enseñando todos sus dientes manchados de sangre, se mostró imponente colocándose frente a mi, protegiéndome de los ataques simultáneos. Salto sobre otro lobo, me miró cortos segundos antes de desgarrar la yugular ajena, no me perdía de vista y temía por él, pues se estaba exponiendo demasiado.

Escuché un grito que lamentablemente reconocí, Lucía grito también y se desvaneció a mi lado mientras lloraba desconsolada por Rafael, no pudo defenderse de los que la rodeaba y atacaron hasta la muerte. Lizbeth y Lucas ya habían caído a inicios del ataque, gracias a ellos es que estábamos tan cerca de una de las fronteras listos para correr con un grupo pequeño de sobrevivientes y niños. Nos habían abierto camino exponiendo sus propias vidas.

—¡Váyase, Luna! —Gritó alguien y poco después la migraña incremento mostrándome su muerte.

—¡Luna, huya!

—¡Alpha, llévese a su Luna e hijo!

¿Cómo podían ser tan fieles y leales? ¿Cómo podían sacrificar su vida por sus líderes sin pensarlo dos veces? ¿Por qué?

El cosquilleo en mi pecho incremento al igual que mis latidos, un escalofrío de mal sabor me recorrió y tuve que obligarme a respirar con tranquilidad. Estaba rodeada no solo de la manada enemiga, sino también de mi manada. Si utilizaba mi habilidad les arrebataría la vidas a todos y cada uno de los involucrados, nadie se salvaría y no sabía cuan grande sería la expansión de la muerte instantánea.

Alexa (2°Pt.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora