Extra 2 (2)

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Mael, 5 años.

—¡Vamos! —El grito de Silver fue el inicio de la rutina que habían mantenido los últimos meses.

Mael se transformó en un lobezno castaño con bastante facilidad y corrió hacia su primo que ya estaba mucho más adelante. Silver volvió la cabeza y lo miró con sus intensos ojos grises que se notaban burlones.

Se introdujeron en el bosque esquivando árboles y ramas con agilidad, el camino era familiar para ellos y no tuvieron problemas para llegar a su destino.

Silver fue el primero en llegar y se transformó en seguida, riéndose a carcajadas mientras separaba a su menor.

Los 5 años no pasaron en vano, el adolescente delgado se transformó en un joven fuerte y guapo que era el sueño frustrado de muchas pues el hecho de que ya había encontrado a su Alma Gemela no era un secreto para nadie, mucho menos cuando siempre estaban juntos. Los marcados rasgos en su rostro y el cabello rubio cenizo eran muy hermosos, hasta el momento, era considerado el joven más guapo.

Por supuesto, el futuro Alpha no se quedaba atrás y todos sabían que no habría joven más bello que él, con sus cinco años quedaba claro que tenía más sangre divina de lo que cualquiera pudiera imaginar.

Su transformación se había dado dos meses después de su primer año, muy temprano para la media pero para nadie fue una gran sorpresa. Un Alpha magnífico y en el cual tenían muchas expectativas, a su muy temprana edad ya era conocido por todas las manadas del mundo y todos podían jurar que no habría un Alpha igual a él.

Aunque ahora era solo un niño que llegó en segundo lugar después de primo, se transformó otra vez y cruzó sus brazos, mirando enojado al mayor.

—Eso fue trampa. —Su voz infantil y gruñona le sacó una enorme sonrisa a Silver.

—Vamos, Mael, me conoces. Sabías que correría tan pronto llegáramos.

—Sigue siendo trampa. —Gruñó sin querer. Su gen Alpha era muy pronunciado, desde pequeño se le escapan gruñidos.

—Ok. No lo volveré a hacer. —Silver se rindió, pero es que a veces se emocionaba con sus competencias contra Mael que fácilmente podía ganarle si se descuidaba. Era una constante lucha aún cuando la diferencia de edad era notable.

Ambos se dieron vuelta para avanzar con pasos delicados y silenciosos, caminaron durante unos minutos y se introdujeron con mucho cuidado en la cueva que estaba detrás de una pequeña cascada.

Tres cachorros de lobos dormían plácidamente en un rincón, acurrucados uno a lado del otro. La madre había salido y ellos aprovechaban para vigilarlos, últimamente habían cazadores rompiendo las prohibiciones de caza y no querían que los cachorros que habían visto crecer desde el vientre de su madre fueran asesinados.

—Owww, me los quiero comer. —La voz susurrante y chillona del mayor hizo que Mael frunciera el ceño y lo miraba con disgusto mientras se frotaba el oído. La voz aguda lastimaba sus tímpanos. —Lo siento, lo olvidé otra vez.

Los sentidos agudos de Mael se mantenían, aún no era capaz de controlar su rango de alcance, si se distraía se extendían al máximo y ante cualquier ruido se alarmaba.

Vigilaron a los cachorros hasta que sintieron a la madre acercarse y de inmediato se alejaron para no irrumpir en su vida. La tarde semi iluminada se había convertido en una completa oscuridad, una escena aterradora para quien no conocía el bosque sin la luz de luna pero para ellos fue completamente normal.

No era la primera vez que se acercaban a la pequeña cascada y permanecían por horas allí, llevaban varios meses vigilando a la loba solitaria que ahora era madre de tres cachorros, siendo mitad lobos era fascinante ver a un animal errante, sin manada. Ellos habían crecido en una y se sorprendieron mucho cuando la encontraron por casualidad.

Alexa (2°Pt.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora