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Era un día antes de San Valentin y fue cuando al final Hefesto pudo estar libre o en realidad reunió el coraje, así que después de platicar con Afrodita por un largo tiempo, apareció en Londres muggle, le había mandado un búho a Sirius para ver el lugar y hora, así que ahí estaba esperando que apareciera Sirius, vio al mago salir del caldero chorreante y tuvo ganas de desparecer de ahí, pero Sirius ya lo había visto y camino hacia el.

—Lamento no haberte contactado antes pero tuve que volver a Estados Unidos por unos problemas familiares— dijo Hefesto

—Si, Luci dijo que eso era lo más probable— mencionó Sirius

—Entonces vamos?— pregunto Hefesto y le tendió la mano a Sirius

—Esta bien— dijo Sirius.

El mago tomó la mano del dios y empezaron a caminar, se hicieron preguntas en el camino del caldero chorreante a un restaurante en el centro de Londres, recibieron algunas miradas por sus manos juntas, pero a ellos no les importó, algo les atraía el uno del otro, no sabían que pero era intenso como dos imanes, después de comer Hefesto insistió en pagar, Sirius no lo dejó pero de alguna manera Hefesto había logrado pagar antes, así que cuando ambos salieron, hicieron su camino a un cine, vieron una película, sus manos no se despegaron en ningún momento, al acabar la película ya estaba agradeciendo, caminaron por la ciudad con una sonrisa en sus rostros.

—Volvere a verte?— pregunto Sirius parandose

—Eso depende— respondió Hefesto

—De que?— cuestionó Sirius haciendo una pequeña inclinación de su cabeza.

—De que si quieres volver a verme— respondió Hefesto

Sirius se sintió como no se había sentido en siglos, como la primera vez que se enamoró, la primera de vez que se sintió amado, así que reuniendo todo el coraje Gryffindor que tenía, se acercó más a Hefesto, separó sus manos y las puso sobre el cuello del dios, antes de atraerlo a un beso, pero a diferencia de su primera vez esta vez no fue un beso torpe, ambos tenían experiencia pero lo sentían como uno de los mejores besos que se habían dado.

Lockhart estaba loco y tenía una grave afición mental, o bueno eso fue lo que pensaron los herederos de Hogwarts cuando llegaron al comedor el dia de san valentin. Después de aquel episodio donde Nico fue herido por un monstruo protegiendo a su pareja. Draco no se separó de Nico, volvían a comer en la mesa de los profesores y volvieron a entrenar juntos por las mañanas, lo único que no volvió a la normalidad fue la relación de Draco con la mayoría de los alumnos y con Harry, eso era lo que más extrañaba Draco, poder estar con Harry.

Nico soltó un suspiro al ver el salón, quería revertirlo a lo que era antes, las paredes cubiertas se flores grandes y rosas, el techo era azul pálido de el caían confetis en forma de corazones. Lo peor fue tener que sentarse a lado de Lockhart que estaba vestido de rosa, Draco le había ganado el asiento a un lado de Severus los profesores a su lado lo miraban estupefactos.

-¡Feliz día de San Valentín! -gritó Lockhart-. ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos vosotros... ¡y no acaba aquí la cosa!

Lockhart dio una palmada, y por la puerta del vestíbulo entraron una docena de enanos de aspecto hosco. Pero no enanos así, tal cual; Lockbart les había puesto alas doradas y además llevaban arpas.

-¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! -son-rió Lockhart-.
¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndo felicitaciones de
San Valentín! ¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no pedís al profesor Snape que os enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!

La historia de los hermanos D'OlympusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora