Capítulo 8

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Joel

Estaciono mi auto en el parqueo del restaurant, por mucho que papá insistió en que fuéramos juntos en el suyo, no podía yo estar encerrado al lado de ese idiota. Aún tengo el sabor amargo en la boca de las palabras hirientes que me dijo, puedo sentir en mi piel la frialdad de sus ojos cuando me miró y lo que más me enoja es que no respondí porque la pequeña mierda cerró la puerta en mi cara. Me bajo sabiendo que aún no han llegado, me fui antes con la excusa de que no quería perder la mejor mesa y aunque no si se mi padre me creyó, es un alivio llegar primero para tomarme algún trago antes de comenzar la noche familiar, voy a necesitar alcohol para poder relajarme y no golpear a ese marica delante de todos.

-Buenas noches, tengo una reservación a nombre de Rob Pimentel. -Indico tratando de ser amable a la señora mayor que hace de anfitriona en la entrada del caro lugar, ella levanta la mirada curiosa porque obviamente ya ha notado de quien soy familia y eso me incomoda.

-Buenas noches, joven. -Mira un par de segundos la pantalla que tiene delante y me devuelve la mirada para continuar. -Acá refleja que tienen reserva para cuatro personas. ¿Va a esperar o prefiere ir disfrutando de algún cóctel mientras el resto llega?

-Prefiero esperar adentro, gracias y por favor, pida que me lleven un vodka sin hielo.

-Con mucho gusto. Sígame por favor.

No paso por alto que trata de ser muy atenta, es cordial y amable pero estoy seguro de que si no fuera por mi apellido, tal vez no sería tan agradable, de todas maneras sigo sus pasos para llegar junto a una chica más joven que abre en grande los ojos al verme, al menos es bonita y la puedo mirar mientras me como la cabeza con otros temas porque se que lo peor está por llegar. La joven habla algo con la señora que me trajo hasta acá y camina hacia mí para llevarme a mi mesa, de cerca no es tan guapa, tal vez un cinco de diez pero tampoco me importa, solo quiero mi vodka.

-Buenas noches, mi nombre es Amanda y voy a asistirlo hoy. Me dice mi compañera que aún quedan tres personas por llegar.

-Hola, si, faltan tres. -Respondo algo cortante, no es ni siquiera un cinco de diez y me empieza a incomodar como bate las pestañas innecesariamente.

-¿Desea tomar un cóctel mientras espera? -Dice acomodando un poco las velas sobre la que será nuestra mesa y hago un llamado a todos los santos del Universo para no ser grosero porque ella sigue moviendo las pestañas como si tuviera conjuntivitis y es desagradable.

-Había pedido un vodka, sin hielo, bien cargado. -Afirmo mientras me siento pegado a la pared, desde acá puedo ver la entrada al restaurante.

-Enseguida, si necesita algo más, no tenga problemas en dejarme saber, será un placer atenderlo.

No respondo más, definitivamente me harté de esa rubia hueca que piensa que es más bonita de lo que realmente es. Detesto a las personas que se acercan solo por conveniencia, por un apellido o estatus social y económico, en general me molestan las personas interesadas y lame botas, sobre todo cuando piensan que tienen posibilidad de algo con uno. Saco mi teléfono para entretenerme un rato mientras mi bebida llega, la rubia no demora en regresar con el bendito vodka y le agradezco, necesito mucho de eso para calmar la intranquilidad que siento en espera del resto de mi "familia".

Espero que ese pequeño bastardo no se atreva a venir vestido como una ramera, nunca lo he visto con ropa de salir pero casi que puedo imaginarlo siendo una zorra. Me hierve la sangre de saber que en unos minutos voy a tener que cenar con él en la misma mesa, rodeado de ojos que van a estar pendientes de cualquier movimiento. Resoplo dando un largo trago al alcohol, arde en fuego vivo mientras baja por mi garganta y quema profundamente cuando llega a mi estómago, no he comido nada y eso provoca que me sienta incómodo. Estoy a punto de alzar mi mano para que alguien me atienda, cuando mis ojos captan la escena más jodidamente inesperada de todas.

Walls ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora