Capítulo 37

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Erick

-Er...¿Qué... qué haces? -Él se notaba tan nervioso, tan jodidamente nervioso y bonito. Se había alejado un par de pasos y aunque dolió, podía obviamente comprender por que.

-Solo... mira, se que este no es el momento ni el lugar pero yo de verdad quiero hablarte de todo, quiero que podamos entendernos y que aclaremos toda la situación.

-Bueno...eso...eso está bien, está bien pero...

-¿Pero?

-No puedes solo llegar y pedir que te bese, Erick, no puedes jugar conmigo así. -Su tono era amargo, sombrío y agotado sin embargo no estaba molesto, no estaba enojado, solo podía distinguir el dolor detrás de esas palabras.

-Lo se...lo siento. -Admití, tampoco yo quería forzarlo y aunque me moría por él, entendía que no era correcto pedirle un beso como si no pasara nada.

-Está bien...solo, ve a hacer pis y hablamos en casa. ¿Te parece? -Me regaló una sonrisa cálida, tierna y pude distingir como había mucho dolor ahí, lo entendía. ¡Dios! Obvio que lo entendía porque yo me sentía igual.

-Si...es que el bebé me hace ir mucho al baño. -Intenté sonreir pero él borró la suya, fue ahí donde la realidad me golpeó muy fuerte, Joel realmente estaba sufriendo horrores por no participar del embarazo, él de verdad estaba terriblemente lastimado por eso. -Joey...yo...solo quiero decirte que estoy orgulloso de que seas el papá de nuestro hijo.

-Er...

No dejé que hablara más, simplemente no pude soportar la cara de tristeza cuando me escuchó. Me metí en uno de los cubículos para alejarme de él, mi pecho dolía de forma terrible y no podía sacar de mi mente esos ojos miel acongojados. Escuché algún sollozo del otro lado y supe que estaba llorando aunque quisiera evitarlo, eso me rompió, me rompió porque a pesar del error que cometió hace meses, seguía siendo el hombre al que amaba, seguía siendo el hombre que me amaba de igual manera, seguía siendo el hombre que soñaba con formar una familia conmigo y ahora que era posible, yo había levantado millones de barreras entre ambos, había alejado de él la posibilidad de ser padre presente, le había negado lo que más quería, había implantado una distancia  firme entre su deseo y su realidad.

-Estoy listo. ¿Vamos? -Hablé una vez que tuve fuerza para salir del cubículo, su rostro lucía extraño, con dudas, como si temiera que en cualquier momento yo lo rompiera en pedazos.

-Eh...si...vamos. -Ese no era el Joel que conocía, no era el chico de carácter fuerte que llenaba de imponente vibra cualquier espacio, no era el chico que tenía una respuesta sarcástica siempre lista para dar, este era solo un fantasma, un fantasma que vivía aterrado de que le arrebataran la única esperanza que tenía y por mucho que quise castigarlo, por mucho que me costó superar su infidelidad, estaba más que claro que él se había arrepentido demasiado y había pagado su propio castigo.

-No tengas esa cara, ya no voy a irme. -Le aseguré tomando su mano, él tembló ante el gesto pero afianzó el agarre como si eso le diera fuerza.

-Erick... solo...no juegues conmigo.

-No...no juego. -Me miró fijamente por unos segundos y luego, en un acto muy tierno y delicado, besó el dorso de mi mano. Mi corazón casi explota en ese momento pero sabía que habíamos dado un paso adelante, aunque fuera pequeño, lo habíamos dado.

-Vamos a cenar, tienes que alimentarte bien.

Soltó mi mano antes de salir del baño y aunque yo no quería hacerlo, sabía que era lo mejor, mamá y Rob estaban esperando por nosotros y a pesar de que ambos querían volver a vernos juntos, no era muy natural que regresáramos de manos tomadas, además, aún no habíamos conversado, cuando volviéramos a casa, es que al fin podría decirle todo lo que siento. Llegamos bajo la atenta mirada de nuestros padres, obviamente era extraño que yo hubiese pedido su compañía pero una sonrisa pequeña a mamá, le hizo entender que estaba todo bien.

-Te he pedido esa pasta que te gusta, también un filete porque tienes que comer bien. -Mi madre habló para romper el silencio, tomé asiento luego de que Joel acomodara mi silla y le regalara un agradecimiento. Estábamos nerviosos los dos pero eran nervios bonitos, mi corazón me decía que después de hoy, todo iba a estar bien.

-Gracias mami, si tengo hambre.

-Me alegra saberlo, mi nieto tiene que salir fuerte, como el abuelo. -Esta vez fue Rob quien intervino y me dió mucha gracia la forma en que lo dijo, por lo general era más serio pero era un hombre genial y me quería mucho, yo hacía lo mismo.

-Como el padre será. -La sorpresa llegó cuando Joel habló, el orgullo brotando de sus poros y una mirada preciosa que iba dirigida a mí. Me sentí pequeño, los tres pares de ojos solo me observaban pero yo estaba feliz, tenía muchos deseos de saltar de alegría por lo que recién había pasado.

-Bueno si...estaría muy bien si tuviera tu cara perfecta, nada me haría más feliz que eso.

El silencio se hizo entonces en la mesa, Joel casi se atraganta con su propia saliva y nustros padres quedaron en shock. Yo mismo me sentí avergonzado de decirlo, había salido de mi boca sin darme tiempo siquiera para analizarlo y ahora me estaba sintiendo pequeño. Tomé un poco de agua de la copa que estaba servida a mi lado y procuré hacer como que no dije nada mientras pasaban los segundos. Joel no dejaba de mirarme, no dejaba de observar mis movimientos y sus ojos eran dos luceros miel a punto de convertirse en lágrimas. Entendía, obviamente entendía pero estaba bien, sin quererlo había admitido delante de todos, que yo aún lo amaba y que tenía pensado darle una oportunidad.

-Con permiso, buenas noches. La cena está lista. -Una voz desconocida rompió el momento tenso y agradecí en silencio por ello, estaba casi ahogándome y entre tantas miradas.

-Muchas gracias. ¿Le puede servir primero a él? Es que está embarazado de mi bebé.

Por si todo lo que había pasado hubiese sido poco, Joel acababa de hacer que mi corazón explotara, prácticamente estaba dando sus propios motivos para que nuestros padres entendieran que realmente las cosas habían cambiado. Lo miré a los ojos para descubrir que él me devolvía la mirada de forma intensa, en sus bellas avellanas aparecía un brillo precioso que me daba paz al mismo tiempo en que me ponía nervioso. Sonreí para él, sonreí como si estuviéramos solos en este lugar y agradecí sin voz cuando me devolvió el gesto. Tal vez, solo talvez, si podíamos ser esa familia bonita y recuperar el tiempo perdido, a fin de cuentas yo ya lo había perdonado y no tenía caso seguir fingiendo que no me moría por él.

 Tal vez, solo talvez, si podíamos ser esa familia bonita y recuperar el tiempo perdido, a fin de cuentas yo ya lo había perdonado y no tenía caso seguir fingiendo que no me moría por él

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