Capítulo 38

382 36 8
                                    


Joel

-Gracias papá, creo que necesitamos esta conversación. No te preocupes, no haré que le pase algo a ninguno de los dos.

-Lo sé, no estoy preocupado por eso, solo quiero que sepas que me alegra mucho saber que van a hablar por fin, lo merecen ambos. Sabes que a la hora que necesites puedes hablarme o a Daysi.

-Lo sé, papá. Así será pero ahora creo que es momento de enfrentar la realidad.

-Pues ve, hijo, solo se tú mismo.

-Gracias.

Me despedí de mi padre y tomé una buena cantidad de aire, la iba a necesitar. Erick había ido primero a su habitación, durante la cena no hubo más nada que me dijera que todo estaba bien, de hecho, casi que me ignoró todo el tiempo y luego regresó a casa con su mamá sin decirme ni una sola palabra pero acá estaba yo, caminando en su dirección para hacer lo que le había prometido, hablar. Cuando estuve frente a su puerta, toqué un par de veces, los nervios aparecieron bruscamente, casi robándome la estabilidad pero ya estaba aquí, no podía marcharme ahora sin embargo lo hice, lo hice cuando siete minutos después, Erick no abrió la puerta y entendí, entendí que todo había sido una ilusión, tal vez un pequeño ataque hormonal por el embarazo.

Caminé a mi propia habitación sintiendo la derrota abrazarme, me daba fuerzas a mí mismo para no llorar, para levantar la cabeza y entender que en efecto, esto no era más que lo que merecía, era el precio a pagar por haber sido un idiota aquella noche, por haber olvidado que había alguien esperando en casa. Entré a mi cuarto y me duché, dejé que el agua caliente quemara mi piel casi hasta hacerla doler, no importaba, no significaba nada porque el verdadero dolor estaba en mi pecho.

¿Cómo pude creerle? ¿Cómo pude imaginar que él realmente perdonaría lo que hice? ¿Cómo pude ser tan iluso de pensar que simplemente iba a olvidar la traición para regresar a mi lado? Era un estúpido, un maldito estúpido que no merecía siquiera ser el padre de ese bebé. ¿Qué clase de padre sería yo si fui capaz de dañar a la persona que más he amado en la vida? Erick merecía a alguien mejor, merecía a un hombre que supiera valorarlo, que no olvidara que estaba ahí para ir con otro cuerpo, Erick merecía que yo desapareciera de su vida.

Lloré tanto mientras el agua me limpiaba, me culpé por todo lo que hice y permití que esa tristeza se adueñara de mí, lo merecía, merecía estar pagando de este modo, todo el dolor que le causé a él. Lo peor era el bebé, yo realmente había soñado con tener una familia, rogaba cada noche después de hacerle el amor, que quedara el fruto en su interior, que creciera una pequeña vida creada por ambos, porque lo amaba, amaba a Erick como nadie tenía idea, lo amaba más de lo que yo mismo era capaz de comprender y me estaba muriendo por dentro, me moría por besarlo, por acariciar su piel, me moría por dormir abrazado a su cuerpo desnudo y velar sus sueños cuando recordaba inconsciente, todo aquello que lo lastimó.

Eran casi las doce cuando creí que era momento de acostarme, apagué la ducha y me sequé un poco para luego vestir solo un bóxer. Me miré en el reflejo que me brindaba el espejo y no pude sentir más que un dolor punzante al verme, estaba horrible, mis ojos evidenciaban los eternos minutos de llanto pero estaba bien, era necesario y lo tenía merecido. Apagué la luz y abrí la puerta, necesitaba mi cama y aunque durmiera solo, extrañándolo a él, ya no podía estar un rato más despierto pero el destino se encargaba de jugarme en contra y lo que capté cuando miré hacia ella, me robó el aliento.

-Pensé que estabas dormido cuando entré, me di cuenta después que te estabas duchando aunque no creía que demoraras tanto. Espero que no te incomode que me haya quedado.

Él lucía tan perfecto, tan malditamente perfecto con esa ropa. Llevaba una pijama de pantalón corto que dejaba sus piernas a ma vista y una camiseta mía, una camiseta que me había robado alguna vez y jamás me devolvió. Casi le llegaba a los muslos y yo amaba como se veía, amaba esa imagen que era igual de tierna como sensual aunque ahora era diferente, ahora había una pancita ahí que le quedaba preciosa y no ayudaba a controlar las ganas de tomarlo.

Walls ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora