Capítulo 27

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Erick

-Joel... -Ni siquiera soy capaz de procesar lo que estoy viendo, me tiembla todo el cuerpo cuando lo veo ahí con esa cajita rosa en la mano mientras espera una respuesta y realmente no se que decir.

-Se que es pronto, que a penas han pasado seis meses y que ni siquiera se todo de tí pero estoy seguro de lo que quiero contigo y si tú me aceptas, vas a convertirme en el hombre más feliz. -Son lágrimas las que resbalan por sus mejillas, lágrimas de pura emoción bonita y se que no está mintiendo, que realmente quiere hacerlo y entonces yo no tengo nada que negar.

-Si...si. -Susurro comenzando a llorar también, no puedo creer lo que estamos haciendo, no puedo creer que me vaya a casar, no puedo creer que la vida me haya puesto a Joel en el camino.

-¿De verdad?

-Claro que si, mi amor.

Sonreí para él mientras mis lágrimas corrían libres por mis mejillas y el corazón me latía tan de prisa que casi se me sale del pecho. No había posibilidad en el mundo de que algo impidiera el sentimiento que crecía en mí, no había forma en la vida que pudiera eliminar lo completamente enamorado que estaba y lo feliz que me hacía saber que ese chico delante de mí, que con a penas veintidos años, estaba dejando la libertad propia de su juventud para atarse a un compromiso de matrimonio a mi lado. No... definitivamente no pude estar más completo que cuando deslizó el precioso anillo en mi dedo.

-Ya está...ya dijiste que si, gatito. -El alivio que expresaba me desconcertó por un momento. Era casi como si hubiese estado pensando que yo...

-¿Creiste que diría que no?

-No lo se, tenía miedo de tu respuesta y bueno...ya que pasó antes eso en la Universidad, tal vez no estabas seguro de querer hacerlo.

-Joel...yo realmente no me esperaba esto, o sea, nunca imaginé que querrías casarte conmigo pero ni en un millón de años me negaría. Tú también me haces sentir especial, también quiero pasar el resto de mi vida contigo.

-¿De verdad? -Sus ojos brillan con una luz tan hermosa, tan real, tan emocionada que no soy capaz de no sonreir de vuelta.

-No lo dudes nunca, mi amor. Soy completamente tuyo y nada me haría más feliz.

-Gracias, gatito, gracias por amarme.

-Gracias a tí.

-Vamos a la ducha, estoy sudado y sucio.

-Si... también quiero ducharme, fue un día muy pesado.

-Vamos bebé.

Tomó mi mano y dejó un tierno beso donde reposaba mi anillo de compromiso, un gesto que encontré adorable y hermoso pero que era tan importante y necesario porque una vez más confirmaba que ambos sentíamos lo mismo. El baño era espectacular, tenía una bañera grande al fondo, de esas que tienen patitas graciosas como en los tiempos de reyes y princesas pero era genial y cabríamos juntos sin mayores problemas. Suspiré al imaginarnos ahí, haciendo el amor por primera vez después de haber dicho que si y mi ahora prometido, parecía haber leido mi pensamiento porque se acercó a besarme de forma delicada mientras sus manos desnudaban mi cuerpo.

Todo era puro, lento y me ponía nervioso, obvianente teníamos una vida sexual plena y activa pero hoy se sentía especial. Sin dejar de besarnos hice lo mismo con él y suspiré enamorado cuando quedó desnudo delante de mí, era un jodido Dios griego y yo tenía mucha suerte de que fuera mío. Una de sus manos rodeó mi cintura, la otra levantó mis piernas y me levantó como princesa, mi cuerpo era liviano y fue fácil caminar conmigo hasta la bañera. Abrió las llaves mezcladoras para que el agua la llenara y sentó conmigo encima, estaba cumpliendo un deseo justo ahora y yo podría jurar que flotaba sobre sus piernas.

-¿Me harás el amor? -Susurré enredadndo mis dedos en sus rizos suaves, me sentía como un adolescente en su primera vez y solo Dios sabe lo mucho que hubiese querido que así fuera, de la mano de alguien que prometía cuidarme, que prometía amarme cada día de mi vida y no de alguien que dejó de la lado la sangre que nos unía para abusar de mí.

-Voy a hacerte el amor acá porque te necesito justo ahora, necesito borrar todo resto de dolor en tí, gatito. Necesito saber que eres mío de la misma forma en que yo soy tuyo, necesito que permitas que pueda hacerte un bebé.

-¿Un bebé? -No esperaba eso, siempre ha querido que tengamos un niño pero al mirar sus ojos entiendo que es algo que realmente desea, algo que va profundo en sus sentimientos y aunque me aterra la idea porque aún es pronto, con él mis miedos se esfuman.

-O dos...pero déjame intentarlo, déjame llenarte bien.

-Está bien...hagamos un bebé nuestro. -Sonreí con ternura, Joel me causa ternura muy a pesar de su estilo rudo, no le gusta que se lo digan pero detrás de todos esos tatuajes y ropa ancha, detrás de esa imagen de tipo descuidado que quiere dar, existe el corazón más noble y el alma más tierna que he conocido, es mi propio paraíso de delicadeza.

-Te amo.

-Te amo más.

Y realmente no estoy seguro sobre quien de los dos lo hace, tal vez es imposible poner una medida que catalogue nuestro sentimiento pero de igual forma, trato de ser lo mejor para él, así como él hace lo mismo conmigo. Nuestro beso ya no es solamente suave y delicado, ahora ambos luchamos desesperados contra los labios del otro, la pasión y el deseo nos toma de rehén y juntos logramos dedicarnos a reconocer nuestros cuerpos con nada más que agua entre ellos.

Sus manos recorren mi piel de forma propia, marcando el camino hacia la gloria que nos espera, erizando todo a su paso y derribando las barreras que no existen entre nosotros. Soy consciente de su excitación, así como de la mía propia y se que estoy completamente entregado a lo que quiera hacer conmigo. Cuando lleva sus labios a mi cuello y succiona fuerte mientras jadeo, han pasado demasiados minutos y ya no aguanto más, no resisto el vacío, lo necesito conmigo, muy dentro de mí, empujando fuerte mientras le entrego todo.

-Eres...precioso. -Murmura excitado tanteando la entrada a su paraíso y me levanto un poco para que pueda acceder, lo deseo a carne viva y no importa si el agua se escurre de la bañera, quiero que me tome como solo él sabe hacer.

-Entra...por favor.

Gimo para él, por él y espero con gusto el ardor que proporciona la intromisión, es grande y siempre quedo lastimado pero no importa, es justo lo que necesito y se que él igual. Miro sus ojos aguados mientras se desliza, mientras abre paso en mi interior con maestría, con ese brillo precioso en sus avellanas y soy feliz, soy feliz de saber que es mío, que me ama y me desea tanto como yo a él, soy feliz cuando se acopla perfecto y aprieta mis nalgas en medio de un gruñido.

-Tú...vas a matarme.

Son las últimas palabras que dice antes de hacer que me nueva y por el resto de la noche, hacer el amor en la bañera, es solo el comienzo de lo que se convierten en eternas horas en las que los gemidos y jadeos inundan la cabaña, esta noche tal vez su deseo se cumpla porque se encargó de llenarme bien en cada momento que me hizo suyo.

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Walls ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora