Capítulo 15

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Tras la toma de Harrenhal Daenerys y Jon se sentían burlados, la recuperación de la fortaleza no significaba nada, no tenía ningún valor. Dieron la orden de que los señores y sus tropas regresaran a sus respectivos hogares y dejaron un contingente defendiendo el castillo. Esa misma noche, en una estancia que habían preparado los sirvientes, ambos se encontraban en la cama despiertos, pensativos.

- He decidido regresar a Desembarco, quiero estar junto Aerys cuando despierte. Partiré al alba.- dijo Daenerys.

- Bien, yo me dirigiré a Invernalia.- dijo Jon.

- Invernalia, porque?- preguntó Daenerys girando su cabeza y viéndole a los ojos.

- He estado pensando, si nuestros espías no encuentran a Victarion en todo el Este de Poniente significa que no está allí. Eso significa que puede estar en el Oeste. Mi hermana Arya ha navegado por esas aguas.- dijo Jon.

- Y Sansa es la única que sabe dónde está. Crees que te ayudará? Nuestra relación con el Norte no es muy buena.- dijo Daenerys.

- Sansa y Arya son mis hermanas, me ayudarán. – dijo Jon.

- Espero que tengas razón Jon- dijo Daenerys

A la mañana siguiente ambos reyes se despidieron y tomaron caminos diferentes. El vuelo de regreso a Desembarco del Rey fue muy tranquilo, Daenerys apenas tardó unas horas para llegar a la capital. Cuando el dragón surcaba los cielos de la ciudad los habitantes salían de sus casas y aplaudían, su reina había regresado, pero para Daenerys no había alegría alguna dada la situación. Cuando entró la fortaleza uno de los sirvientes fue corriendo en su dirección.

- Majestad, debéis venir rápido- dijo el sirviente.

- Qué ocurre?- preguntó Daenerys.

- El príncipe Aerys ha..- dijo el sirviente.

Antes de poder terminar la frase Daenerys salió corriendo, solo podía pensar en lo peor, antes de su partida el estado de Aerys era crítico. Y ella se fue para buscar a su hija. Por encontrar a uno de sus hijos había abandonado a otro (eso era lo que pasaba por la mente de Daenerys mientras corría por los pasillos de la Fortaleza Roja para llegar a la estancia de su hijo. Si hubiera muerto jamás se lo habría perdonado. Cuando llegó a la puerta se quedó quieta una instante, cuando extendió la mano hacia el pomo de la puerta la mano le temblaba con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas. Cuando abrió la puerta las lágrimas cayeron por sus mejillas, pero las lágrimas de tristeza y desesperación se habían convertido en lágrimas de alegría.

- Madre- dijo Aerys sentado en la cama apoyando la cabeza en los cojines.

- Aerys!!- gritó Daenerys corriendo y saltando a la cama rápidamente para ponerse a su lado sin ver a Kinvara ni a Sam.

Daenerys lo cogió con suavidad entre sus brazos dando gracias a todos los dioses que conocía porque su hijo había regresado. Pudo observar que Aerys ya no llevaba los vendajes en la cabeza y que sus rizos plateados hacían que la cicatriz apenas fuera visible. Daenerys se sorprendió de lo bien tratada que estaba.

- Majestad, os dije que el príncipe no moriría- dijo Kinvara.

- La vida del príncipe no corre peligro alguno- dijo Sam.

- Jamás podré recompensaros lo suficiente por salvar a mi hijo. Ambos habéis hecho lo imposible y os estaré eternamente agradecida pero ahora fuera, quiero estar con mi hijo.- dijo Daenerys.

- Claro majestad- dijo Sam.

- Majestad, deberíais de ver también a Joramun.- dijo Kinvara.

Cielo y Mar- Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora