Capítulo 20

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En la costa de Piedrasangre un hombre observaba el horizonte que había frente a él. El viento del mar golpeaba su rostro y su corto cabello. Sus ojos lilas estaban tan centrados en aquello que había delante que ni se inmutó al escuchar los pasos que se acercaban por detrás a través de la arena. No había necesidad de estar alerta pues sabía perfectamente quien era, ese hombre le había cuidado desde que nació, aunque no llevaba su sangre, era el único padre que conocía. El viejo caballero pelirrojo se quedó a pocos pasos de él.

- Mi querido Jon- dijo sin darse la vuelta.

- Majestad- dijo Jon inclinando su cabeza.

- No hace falta que me llames majestad cuando no hay nadie.

- Es la costumbre- le dijo Jon.

- Y bien?- preguntó

- Lo encontramos en la costa como ella dijo. Le sacamos del agua y Lady Kenys está con él en esa cueva.- dijo Jon.

- Bien.

- Creéis que es buena idea? según nuestros informes odia a les sacerdotisas Rojas.- dijo Jon.

- Lady Kenys tiene sus trucos Jon, tranquilo.

En ese momento le hizo un gesto con la mano a Jon para que lo acompañase y ambos empezaron a andar por la costa en silencio. Jon podía ver como el rostro del joven estaba pensativo. Como los ojos del joven que había criado como su propio hijo, su rey, eran distantes y fríos. Y eso era extraño pues nunca era así. Sus ojos reflejaban la esperanza, la vitalidad, la fuerza, el fuego, no esto.

- Qué ocurre?- preguntó Jon.

- Los ojos lilas observaron al viejo caballero.

- Sabes que puedes contarme lo que sea, recuerdas?- le dijo Jon antes de poner su mano callosa sobre el hombro del joven rey.

- Lo sé.- le dijo, durante unos instantes no dijo nada- Antes de irse Kenys tuvo una visión en las llamas

- Y que vio?- preguntó Jon.

Flashback (2 días)

La puerta de la habitación se abrió a medianoche y Lady Kenys entró a la estancia del rey. La sacerdotisa llevaba el pelo suelto y solo llevaba puesto una fina bata roja. La sacerdotisa encontró al rey despierto mientras encendía el fuego. Pudo apreciar que la única ropa que llevaba eran unos pantalones.

- Lady Kenys, que hacéis aquí?- le preguntó

- Veo que no podéis dormir majestad- le dijo Kenys acercándose a él.

- Tampoco tú.- le respondió- Está todo listo?

- Mañana al alba partiré. Pero no he venido aquí por eso.- dijo Kenys

- Y porque habéis venido?- le preguntó

- He tenido una visión en las llamas.- dijo Kenys.

- Y que habéis visto?- le preguntó

- Porque no lo veis vos mismo.- dijo Kenys con confianza

En ese momento Kenys le cogió de los hombros y lo puso frente al fuego. Se puso tras suya y le dijo que mirase las llamas fijamente. En ese momento ambos pares de ojos vieron el fuego y ambos vieron lo mismo. Vieron como cientos de naves con el blasón Targaryen destruían las naves Greyjoy, veían como miles de hombres desembarcaban y mataban a los Greyjoy, vio el cadáver de Victarion Greyjoy con el cuello cortado. Pero no vio su muerte, no vio el dragón marino y no vio a la pequeña. Al terminar la visión ambos se vieron a los ojos.

- Necesitáis a la pequeña.- dijo Kenys.

- Lo sé y yo mismo iré a por ella.

En ese mismo Kenys se desató la bata y la dejó caer al suelo quedándose completamente desnuda ante su rey.

- Como os prometí, os entregaré dos cabezas del dragón mi rey y ella será la tercera. Y con ella a vuestro lado, venceréis a sus padres y ocuparéis el trono. Esa visión fue tan clara como la evidente atracción que sentimos el uno hacia el otro.- dijo Kenys.

En ese momento se besaron, la levanto en sus brazos y la llevó a su lecho.

Presente

- Que te acostarás con Lady Kenys me sorprende pero no es lo más importante. La muerte de Victarion Greyjoy. Cómo?- dijo Jon.

- No lo sé- dijo el rey.

- Deberíamos hacer algo- dijo Jon.

- Ya he hecho por ese perro más de lo que merece. Le entregué el cuerno y aun así fracasará.

- Que quieres hacer?- le preguntó Jon

- El tiempo de hablar se acabó. Es el momento de actuar.

- Me encargaré de él.- dijo Jon

- No, tú volverás a casa y empezarás a organizarlo todo. Kenys y yo iremos después. Pero esto es cosa mía.

- De acuerdo, entonces permíteme un consejo. No dudes como hice yo, de no haber dudado, tu padre seguiría vivo.- dijo Jon.

- No lo hago por él. Mi padre nos traiciono, a todos. Abandonó a mi madre y a nosotros, por una norteña. Inicio una guerra y ahora mi hermano bastardo ocupa el trono que me pertenece. Mi madre, mi hermana y yo mismo merecemos justicia. Y la obtendré a Sangre y Fuego pues eso es lo que hace el auténtico dragón.

Cielo y Mar- Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora