Capítulo 19

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La reina se encontraba junto a su hijo en los jardines de la Fortaleza Roja. Aerys por fin podía levantarse de la cama y volver a su vida. Se enfadó, muchísimo cuando supo que Joramun se marchó al Norte, no entendía el porqué de su decisión pero sabía que si su madre lo dejo ir sería por una buena razón. Hace poco recibieron nuevas de que su padre regresaría pronto, según le dijo su madre ahora tendrían lo necesario para averiguar donde estaba su hermana y rescatarla. Ver a su hijo corriendo por los jardines, recuperada, llenaba de alegría el corazón de Daenerys. Pero esa alegría se desvanecía al instante al pensar en su hija. Sin saber dónde estaba o si estaba viva siquiera.

Cuando Daenerys vio a Davos acercarse le pidió que siguiese jugando, ella volvería enseguida con él. Daenerys se sentó en un banco de piedra hasta que llegó Davos a su lado, este le hizo una reverencia y Daenerys le pidió que se sentase a su lado. Ambos veían al pequeño príncipe mientras hablaban.

- Qué ocurre?- preguntó Daenerys.

- Hemos encontrada a Yara- dijo Davos.

- Dónde?- pregunto Daenerys al instante y sorprendida.

- Navega desde el este, pasará por las costas de Dorne en 6 días.- dijo Davos.

- Saldré a su encuentro y como hice con su tío acabaré con ella y con su armada, no podemos permitir que una fuerzas con Victarion.- dijo Daenerys.

- Me temo que es demasiado tarde. Navega sola, solo un barco, al menos eso dicen los espías – dijo Davos.

- Pues con más razón aún, si va sola será fácil de capturar. Si va sola conoce la ubicación y podremos sonsacárselo antes de que llegue Jon- dijo Daenerys

- Es muy peligroso, no sabemos si es una trampa. Adewmás, Drogon se está recuperando y vos no deberíais ir sola. La última vez por poco os matan.

- Y entonces que hacemos, la dejamos en paz?- dijo Daenerys sarcásticamente.

- No he dicho eso. Iré yo con cuatro naves- dijo Davos haciendo que el rostro de Daenerys cambiase.

- Eso es una locura. No podéis hacerlo. No lo permito.

- Majestad- dijo Davos cogiendo las manos de Daenerys- Conozco estas aguas mejor que nadie, soy el más indicado para esta misión. Sé que puedo encontrarla, si de verdad va sola, la capturaré y por fin averiguaréis donde esta vuestra hija.

- Y si es una trampa como vos mismo decís? Yo tendría posibilidades de vencer o salvarme, vos no- dijo Daenerys preocupada.

- Entonces perderéis a un anciano que ya no puede luchar y nunca se le dio del todo bien.- dijo Davos.

- Sois más que eso, sois mi mano y mi amigo- dijo Daenerys.

- Majestad..- dijo Davos.

- No quiero que nadie se sacrifique por mí.- dijo Daenerys interrumpiendo a Davos mientras apretaba sus manos contra las suyas.

- He tenido una larga vida, he visto morir a mis hijos, algo que ningún padre debería ver. Nací y me crie en el mar, si debo morir quiero que sea en él. Prepararé mi partida, majestad- dijo Davos.

Los días pasaron, Yara Greyjoy y su nave surcaban el Mar del Verano, cerca de la costa de Dorne. El sol brillaba con fuera y la brisa del mar inflaba las velas haciendo que el barco surcase las aguas rápidamente. En ese momento desde la cofa del barco el vigía gritó con todas sus fuerzas que les atacaban. Cuando Yara cogió su hacha y salió a cubierta vio cómo se acercaban naves desde todos los costados. Babor y estribor, proa y popa, estaban rodeados, sin darles posibilidad de maniobrar. En ese momento desde la Betha Negra, Davos y Yara se vieron. Aunque en sus respectivos barcos estaban lo bastante cerca para hablar y poder escuchar lo que decía el otro.

- Ser Davos- dijo Yara.

- Reina Yara- dijo Davos.

- Lamento tener que veros como adversario.- dijo Yara.

- También yo majestad.- dijo Davos.

- Apartad vuestras naves y dejad que siga mi camino- dijo Yara.

- Me temo que no puedo hacer eso.- dijo Davos.

- No quiero tener que mataros- dijo Yara.

- Tampoco yo. Estáis rodeada, sola, en nombre de Daenerys de la Casa Targaryen quedáis arrestada por alta traición. Entregaos, salvad la vida a vuestros hombres- dijo Davos.

En ese momento se escuchó un pasos y un hombre apareció detrás de Yara aplaudiendo. Un hombre alto y poderoso, de pelo salpicado de escarcha, pero que conserva la fuerza de siempre, el pecho ancho de un toro y el vientre plano de un joven.

- Son unas palabras muy bonitas, pero mi sobrina no está sola. Deberíais haberle hecho caso cuando os advirtió.- dijo Victarion sonriendo.

- Victarion- dijo Davos al verlo por fin.

En un instante Victarion sacó y sopló su cuerno. Las aguas empezaron a moverse y la embarcación de Davos empezó a temblar bajo sus pies. Entonces las embarcaciones empezaron a quebrarse por todos lados, rompiéndose por la mitad y a hundiéndose bajo las olas mientras se escuchaban los gritos de los hombres. En un instante los barcos que habían rodeado a Yara Greyjoy habían desaparecido. Victarion guardó su cuerno y vio como el rostro de Yara Greyjoy estaba serio, triste.

- Qué ocurre?- preguntó Victarion.

- Ser Davos era un buen hombre y un gran navegante, el mar formaba parte de él- dijo Yara.

- Si eso es cierto el Dios Ahogado lo recibiría en un sus salones, sigamos- dijo Victarion.

Cuando las noticias llegaron a la capital Daenerys sintió culpa, debió haber ido ella en vez de Davos. Un buen hombre había muerto y era por su culpa. Varios días después, un mensaje llegó a la fortaleza de la Selva. Varios guardias fueron al gran bosque que se encuentra al lado del castillo, en el Cabo de la Ira y allí encontraron a su señor observando el horizonte y todo lo que le rodeaba. Era un hombre delgado y fuerte, de rostro cuadrado, ojos castaños de mirada franca, y cabello castaño fino y alborotado. Tiene las mejillas y la barbilla salpicadas de vello.

- Lord Declan. Un mensaje de la capital- dijo el soldado con voz temblorosa.

- Qué ocurre?- dijo Declan sin mirar.

- Se trata..... de vuestro padre- dijo el soldado.

 de vuestro padre- dijo el soldado

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P.D: fue muy difícil escribir este capítulo.

Cielo y Mar- Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora