Capítulo 03

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Nunca recordaba la dirección de los lugares donde tocaba Yoongi. Mientras conducía se estrujaba el cerebro para recordar dónde debía de ir a recoger al imbécil de su novio. Aquella noche después del concierto saldrían a cenar, algo así como una despedida para Jungkook, después de todo se marchaba y necesitaban hablar de cómo llevarían aquello.

La distancia y la lejanía suponían un problema para cualquier pareja, aunque fuera una como la suya. Además Yoongi le había dicho que debía darle una noticia, y viniendo de él, aquello era algo más que preocupante pero bueno, fuera lo que fuera no podía ser tan terrible.

Dándose por vencido, Jungkook abrió la guantera en busca de su móvil. Estaba llena de CD's que se traía Yoongi y papeles llenos de borradores de sus canciones. En los viajes, el pálido siempre se dedicaba a escribir y luego simplemente dejaba sus anotaciones en la guantera de Jungkook. No todo eran canciones, algunos papeles simplemente contenían dibujos de tucanes con bocadillos en los que ponía "Me llamo Jungkook", "Soy Jungkook y tengo una narizota" o simplemente "Huelo mal". Después de todo ese barullo descubrió que llevaba el móvil en el bolsillo. Marcó rápidamente el número y se puso el móvil en la oreja.

El teléfono se descolgó al segundo pitido.

— ¿Qué quieres? —preguntó Eunha viendo de quién se trataba.

— ¿Dónde coño toca hoy en el medio metro de tu novio? —preguntó bruscamente.

— Creo recordar que el tuyo también forma parte del grupo —dijo molesta.

— Si, vale, ¿quieres decirme dónde puñetas es? —espetó Jungkook perdiendo la paciencia.

— Apunta, retrasado, y a ver si te vas quedando con los sitios.

Jungkook apuntó la dirección y colgó a su hermana sin ni siquiera un simple adiós. Llegó a la calle abarrotada, no entendía por qué tanto alboroto con aquellos idiotas de los "The Wastes". Su mayor éxito hablaba de él, y esa era la única razón por la que escucharía a aquellos palurdos, bueno, y porque el cantante era su novio. Aparcó donde pudo y se dirigió hacia la puerta por donde entraban los músicos.

Se disponía a entrar cuando el portero le empujó con su enorme brazo hacia atrás.

— ¿A dónde crees que vas? —preguntó con una grave voz.

Jungkook no entendía cómo era posible que todos los porteros tuvieran la misma pinta; calvos, gordos, fuertes y con camisetas negras ajustadas.

— Soy amigo del grupo —dijo Jungkook con mala cara.

— ¿No me digas? Si me dieran un dólar por cada vez que me dicen eso ahora sería rico, chaval. —dijo con una cara temible.

— ¿Es que no te han dicho que me esperan, gorila? —preguntó Jungkook bruscamente.

— ¡No esperan a ningún amigo! ¡Y ahora lárgate! —le gritó tan cerca que la nariz de Jungkook casi tocaba la campanilla de aquel tanque.

Jungkook no podía creerse que le estuviera pasando aquello. ¿Acaso tenía que decirle a Don King Kong la relación que tenía con Yoongi para que le dejara pasar o qué? Suspiró fuertemente.

— Soy el novio de Min —susurró Jungkook con las manos en los bolsillos.

— ¿Qué? Perdona, no te oigo —le preguntó con una malvada sonrisa.

— Soy el novio de Min... —volvió a decir algo más alto.

— ¿Puedes decirlo más alto? Es que aquí hay mala acústica.

— ¡Que soy el novio de Min! —le acabó gritando.

— Ah, vale, haberlo dicho antes, hombre. Ya sé quién eres, el jugador de fútbol. Pasa, hombre —dijo abriéndole la puerta con una sonrisa triunfal.

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