Capítulo 35

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Removía con una pajita su café. No quedaban cucharas limpias, y no le apetecía lavar ninguna, por lo que se echó directamente el café en la taza, sin azúcar ni leche, solo café recién hecho y una pajita.

Había estado toda la noche con sus amigos, eso le ayudaba a no pensar en otras cosas, que no quería tener en su mente, o acabaría loco, por lo que había dormido toda la mañana y algo de la tarde. No le preocupaba, ya que no tenía ningún plan hasta tarde. Con sus amigos siempre llevó una vida nocturna, dormía por la mañana y vivía por la noche. Su horario cambió un poco cuando se sumó Jungkook a su vida.

Yoongi se maldijo de pronto por estar de nuevo pensando en él. No, no, se decía, deja torturarte.

Se bebió rápidamente el café, directamente, sin la pajita, y lo dejó en la pila. Su madre había salido, ya no sabía si por ocio o por trabajo, ya que llevaba tanto tiempo fuera de allí que se le habían olvidado sus hábitos.

Se metió en la ducha y salió en menos de cinco minutos. En la ducha uno siempre pensaba más en sus cosas, o al menos él, mucho más que con la almohada, que si la tocaba era para dormir enseguida, así que por eso se dio prisa en salir de ahí. Mientras se vestía con su camiseta de Sum 41, vio la entrada en su mesilla. Aquello era una mezcla de positividad, por ver a su grupo favorito, y negatividad, por ir acompañado de Yeri.

Estaba seguro de que no dejaría de hablar de Jungkook para molestarle. No lo soportaría. En realidad, no entendía por qué tenía que ir con ella, podría simplemente entrar por su cuenta, ella ya era mayorcita para ir sola. Cogió el autobús para ir al centro, se sentó al fondo, y posó sus zapatillas en el asiento de adelante. Sacó la entrada de su bolsillo para meterla en la cartera. Iba a guardarla en uno de los compartimentos, pero estaba demasiado lleno.

Yoongi sacó lo que había en su interior. Fotos. No necesitaba ojearlas, ya sabía cuáles eran. Suspiró. Debería deshacerse de ellas, pero le costaba tanto, como si se tratara de cerrar una puerta para no volverla a abrir, a pesar de que ya sabía que estaba más que cerrada con llave por el otro lado. Pese a todo, volvió a guardar las fotos, pero no se permitió mirarlas. Ya las sacaría, pero ahora no, no cuando aún estaban las heridas abiertas. Cuando se sintiera preparado lo haría.

Casi se pasa su parada, se levantó rápidamente de su asiento y bajó del autobús. Ya podía ver la cola desde allí, era inmensa, pero parecía que ya estaba en movimiento. Era gracioso que cientos de personas estuvieran allí desde hacía varias horas, y él acabara de llegar, unos momentos después de abrir las puertas. Yoongi distinguía dos clases de fans. Los que amaban a un ídolo, escuchaban sus canciones, se sabían cada pedazo de su vida y aguantaban lluvia, viento y nieve por verlos, aunque fuera un segundo de cerca. Yoongi no era de esos, se consideraba del segundo grupo. Los que amaban la música, iban a los conciertos para escuchar cómo la magia de la música hacía efecto, daba igual si estaba cerca o lejos del escenario, mientras estuviera allí, viviendo el momento.

Llegó a la puerta, miró a su alrededor, pero Yeri no estaba. Encima no era puntual, se quejó Yoongi para sí. Esperaría cinco minutos, y si no llegaba, se marcharía. Miró su muñeca, pero se dio cuenta de que no llevaba reloj, solo tenía un montón de pulseras por encima de sus tatuajes. Se metió la mano en los bolsillos a esperar, mientras daba vueltas a su piercing de la lengua. Para él habían pasado ya como siete minutos, estaba harto, no pensaba esperarla por más tiempo.

Se giró para dirigirse a la puerta, cuando vio delante de él una figura demasiado familiar. Se quedó sin habla, no podía ser que estuviera allí, delante de él. Jungkook no pareció sorprendido de verle a él, es más, parecía que le esperaba.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Yoongi. Jungkook caminó hacia él con gesto indiferente.

—Pasaba por el barrio —contestó.

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