Capítulo 25

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La luz entraba con fuerza entre los pequeños huecos de la persiana que cubría la ventana de Yoongi. Como siempre que acababan durmiendo juntos, Jungkook se despertó antes que el pálido, que dormía plácidamente a su lado. Se quedó un rato pasándole los dedos por el pelo oscuro, hasta que le entró un hambre voraz. Salió de la cama, haciendo que Yoongi se removiera a su lado. Abrió la puerta sigilosamente y salió al pequeño pasillo cerrando con delicadeza. La habitación de Yoongi estaba al fondo, el pasillo continuaba con el baño y una segunda habitación, más que un pasillo parecía un pequeño rellano. La cocina estaba dentro del salón, separados únicamente por una encimera. Le vino un ligero aroma a café, echó un vistazo y en seguida vio la jarra de la cafetera llena de la bebida caliente.

Dio un rodeo a la mesa para acercarse a uno de los muebles y alcanzar una taza, con el ceño fruncido, preguntándose si la madre de Yoongi lo habría hecho antes de irse temprano. Siempre que Yoongi le invitaba a su casa era porque su madre se marchaba pronto a su turno de la mañana y no tenían que encontrarse.

Su pregunta se contestó enseguida al verla en el interior de la cocina, agachada allí, mientras sacaba la ropa de la secadora. Jungkook se sobresaltó.

—¡Ah! —exclamó al verla tan inesperadamente—. Señora Min... No sabía que estaba aquí.

—Hola, Jungkook, cielo —dijo amablemente mientras se levantaba.

Le dirigió una mirada divertida, y miró de arriba a abajo a Jungkook, que no se dio cuenta de que solo llevaba su ropa interior hasta que vio asomar una sonrisa en los labios de Sandara. Inmediatamente se ruborizó y se colocó tras la mesa.

—Oh, lo siento... —balbuceó nervioso. Ella se rió.

—No pasa nada, estás en tu casa —dijo sin dejar de mirarle divertida.

—Voy a... —decía rojo de la vergüenza.

—No es necesario, pero si estás más cómodo, toma y coge algo de Yoongi. Así no le molestarás, tiene mal despertar —sonrió y ojeó el cesto de la ropa que acababa de sacar.

—No, no... —se negó rapidamente Jungkook.

—Aquí tienes —dijo tendiéndole un pantalón y una camiseta.

Jungkook se lo pensó unos segundos antes de cogerlo, no quería ser maleducado.

—Gracias —dijo a disgusto mientras se ponía los pantalones.

—¿Quieres algo más, además del café? —preguntó ella girándose para prepararlo.

—No, muchas gracias —contestó, mientras se seguía vistiendo.

—Te haré unos huevos y unas tostadas —dijo sin parecer haber escuchado la negativa de Jungkook.

Pero éste no dijo nada, no solo porque en el fondo tenía un hambre voraz, sino porque estaba demasiado horrorizado con su aspecto como para decir nada. Miró su cuerpo, ya vestido con unos pantalones vaqueros más ceñidos de los que acostumbraba a usar, casi obscenos a la vista, y una camiseta que llevaba en letras blancas escrito "Ramones", y en el centro lo que podría ser un sello o un logo, Jungkook no tenía ni idea. Al mirarse no se reconocía, se veía tan... Yoongi.

—Y bueno... ¿Qué tal les va? —preguntó ella de pronto, dejando un plato lleno frente a Jungkook.

—Bien... realmente bien —se limitó a decir. No le gustaba hablar de su relación con nadie, y mucho menos con la madre de Yoongi. Miró el plato, que tenía una pinta increíble—. Gracias.

—¿Puedo preguntarte algo, Jungkook? —dijo ella.

Jungkook deseaba decirle que no, estaba haciéndole sentir incómodo, la madre de Yoongi siempre le trataba con demasiada familiaridad, y a él no le gustaba ese tipo de trato, ni siquiera con algunos de sus allegados.

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