Capítulo 30

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Se pasó el rímel por las pestañas lentamente, para que sus ojos, azul verdoso, se agrandaran aún más. Había dejado su vestido sobre la cama para que no se arrugara. Aquella noche dependían de ella demasiadas cosas, no solo el éxito de Yoongi, sino también su futuro con él. Suran se pintó sin querer un párpado.

—Maldita sea —murmuró antes de alcanzar una toallita húmeda y arreglarse el maquillaje.

No estaba nerviosa, solo ansiosa. Después de haber meditado sobre ello todo el día, se daba cuenta de que sus sospechas cada vez concordaban más, y eso le complicaba demasiado las cosas.

Por ahora todo le había ido estupendamente, desde el primer momento que habló con Yoongi supo la clase de persona que era, demasiado bueno como para hacer daño a alguien, por eso sabía que le tenía en sus manos, y mucho más después de su ruptura, ahora le haría sentir tan culpable que podría pedirle que hiciera lo que sea. Pero esa faceta suya también era un gran inconveniente, a Suran le costó varios meses apartarle de sus amigos, pero después de todo ese tiempo lo consiguió.

Sin embargo, había sido una estúpida no dándose cuenta de que el gran problema era Jungkook. Jamás habría imaginado que precisamente él se opusiera al cambio de Yoongi, ya que éste era prácticamente igual. Suran se estrujaba la cabeza pensando en cómo afrontar ese último obstáculo, si lo lograba, entonces Yoongi volvería a estar con ella, estaba totalmente segura de ello. Pero, ¿cómo iba a lograrlo? Ni siquiera sabía qué tipo de relación tenían exactamente. Prefería pensar que solo se trataba de una fuerte amistad, y seguramente así fuera, pero no estaba segura.

Aquella noche no se despegaría de Yoongi, le mantendría lo más apartado posible de Jungkook. Si hubiera sabido antes de las intenciones del azabache, habría comenzado enemistándole con él.

Furiosa, Suran guardó el maquillaje en su estuche, y comenzó a vestirse. Iría algo más tarde, debía hacerse esperar, pero con solo pensar que en ese preciso momento Jungkook podría estar envenenando a Yoongi en contra de ella, se tensaba. Calzó sus tacones y se miró una última vez al espejo, para alborotarse un poco el pelo y dejarlo natural.

Las chicas de su hermandad ya estaban en la fiesta, bajó a prisa las escaleras a pesar de sus altos zapatos, y salió a la cálida noche. Ya podía escuchar desde la puerta de su hermandad la música de KAE. Había dejado en la habitación de Yoongi unos nuevos vaqueros, una camiseta de cuello en pico, y una chaqueta de traje que hacía juego con el vestido de Suran. Debía mandar a todos los presentes el mensaje de que eran pareja. Había gente fuera bebiendo, eso era señal de que dentro ya había buen ambiente. Un par de tíos con las mejillas sonrosadas levantaron sus vasos al verla.

—¡Eh, Suran, dile a Min que gracias por la fiesta! —exclamó con voz melosa, propia de un borracho. Suran les lanzó una mirada de asco.

—Es repugnante que ya estéis borrachos —dijo antes de dejarlos atrás, y entrar en la fiesta.

Como había supuesto, la fiesta ya estaba en su punto fuerte. Los de KAE tenían la especialidad de hacer funcionar cualquier fiesta, aunque el alcohol y las drogas también ayudaban. Todo el mundo fue invitado, y la gente se animó mucho más a venir para desconectar del horror de los exámenes, una buena fiesta era lo que todos necesitaban en ese momento. Pasó su mirada por toda la estancia buscando a Yoongi o a Jungkook, pero ni rastro de ninguno de los dos, y no sabía si eso la tranquilizaba, o la alteraba aún más.

—¡Suran! Ya comenzaba a extrañarte... —Taeyong se acercó a ella por detrás. Suran pudo sentir su aliento en la nuca, se giró lentamente y le lanzó una mirada de indiferencia. Al tenerla cara a cara, Taeyong la miró de arriba a abajo—. Estás guapísima.

Ella ladeó sus ojos.

—¿Dónde está Yoongi? —preguntó sin más preámbulo. Taeyong frunció el ceño.

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