Chiaki Nanami no se consideraba ninguna genia o superdotada, siempre pensó que era una niña que le gustaban mucho los videojuegos y pasarlo bien con sus amigos, nada más, a parte de dormir. Ella misma lo negaba cuando alguno de sus compañeros de clase se lo decía, que no era ninguna genia.
Por desgracia, sus amigos también eran así, pero peor.
Hinata y Komaeda era tan absurdamente tontos que no eran capaces de ver que ambos tenían el mismo sentimiento el uno por el otro, y la estresaban a veces. La de veces que se quedó despierta hasta tarde charlando con el albino sobre el gran Hinata-kun o escuchando al castaño hablar sin parar de la suave y delizada voz, cabello o aspecto de Komaeda. Era demasiado evidente, hasta Souda, que a veces era algo lento para pillar estas cosas, se dio cuenta.
Con tan solo 13 años ya tenía que hacer de casamentera.
Decidió empezar por Hinata, sabía que seguramente él sería el más 'manipulable' para convercerle de dar el primer paso, pero no fue nada fácil.
-¿Estás loca? ¿Y-y si no siente ESE sentimiento?- el castaño frunció el ceño mientras apretaba los botones de su control para conseguirse pasar el juego, sin mirar a la chica que jugaba con total naturalidad y sin parecer afectada por esas ridículas excusas.
-Hinata, si no lo pruebas no lo podrás saber. Es como cuando al empezar un videojuego empiezas a tocar en todos los botones para saber qué hace cada uno, si no pruebas no aprendes.
-Oye, no nos compares con eso- el chico se giró para verla con un leve ceño fruncido, consiguiendo perder el juego. Soltó el mando al aparecer el famoso "Game over" en la pantalla, tumbándose en el suelo de la habitación de su amiga-. Es que, ugh, es... difícil.
La chica se giró para mirarle, pestañeando mientras se dirigía a su cama para tumbarse en ella.
-Bueno, si te da vergüenza, puedes decírselo por cartas.
-¿Cartas?
-Así es- la chica asintió, sentándose-. Puedes escribir lo que sientes en una carta y luego ponerla en su mesa, así podrás ver su reacción, supongo. Como en esos animes que ve Sonia.
Hinata abrió la boca para quejarse, pero no salió la voz. Lo pensó, tal vez era una buena manera de probar a ver cómo reaccionaría el albino ante la noticia de alguien enamorado de él. Sus mejillas se tiñeron de rojo al recordar a su amigo, sobre todo su melodiosa risa y brillante sonrisa.
Chiaki soltó un bostezo al reconocer la cara de "estoy pensando en la persona más bonita del planeta", levantándose de su cama para ir a su escritorio y sacar varias hojas de papel y bolígrafos, llamando a su amigo.
-Bien, deberías empezar escribiendo las cosas que te gustan de él, creo. Ya sabes, para que se enganche a tus cartas, como un chico en un bar a media noche con la ropa interior de una chica.
-¿Quién te ha enseñado a decir eso?
-Owari, ¿por?
-Nada.
Conque escribir lo que opina de Komaeda, ¿eh?
Suspiró, agarrando un bolígrafo de color negro antes de sentarse en la mesa y empezar a escribir, recibiendo la ayuda de su mejor amiga que le ayudaba a expresarse con algo más de... certeza. Fue una tarde bastante divertida para la chica, ver el rostro de Hinata cambiando de color piel a rojo a cada rato era entretenido.
No tardaron mucho en hacerla, y gracias a eso pudieron dejar la modesta y normal carta en el asiento del albino al día siguiente en clase. Hajime estaba nervioso, sintiendo su estómago estrujarse a cada rato por la ansiedad que empezaba a crecer en su cuerpo. ¿Y si reconocía su letra? Intentó usar un estilo diferente para evitar esa posibilidad, pero Komaeda era muy inteligente, y no soportaría que en su primera carta el albino le reconociera. ¿Y si no sentía lo mismo? El corazón le dolería por el resto de su vida.
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Hopeful 「Komahina」
RandomNagito Komaeda era una persona compleja de comprender, un alma que intentaba seguir resplandeciendo en medio de tantas experiencias oscuras y desesperantes, buscando esa pequeña y brillante esperanza para tener motivos para vivir. Sin embargo, el de...