Colores

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-¿Oyes eso, mi amor? Es el sonido de la felicidad, es la melodía de los susurros del azul del mar que se reflejan en tus ojos, el susurro del amarillo cálido de tu cabello y el ruido del beso suave de la canela de tu piel. Es el sonido de los colores, la serenata del principio de nuestro amor.

-Mami, ¿qué significa 'serenata'?

La mujer desvió la vista del libro al escuchar la pregunta del menor, desviando su vista para ver los ojos verde grisáceos de su hijo, apoyado en su pecho. Se acomodó en la cama con cuidado de no mover mucho al niño, no quería despertarle aún más cuando estaba a punto de quedarse dormido.

-Es una canción de amor que le dedicas a alguien, Nagito.

-Oh- el niño abrió levemente los ojos ante el nuevo descubrimiento, cerrando estos de nuevo cuando empezó a bostezar, acurrucándose en el pecho de la mujer-. Termina el cuento, por favor.

La mujer soltó una risita, retomando su lectura mientras su mano derecha acariciaba la cabellera ajena.

-Ambos enamorados se miraron mutuamente, admirando de nuevo los colores recién descubiertos de su mundo, abriendo la puerta de una nueva vida llena de alegría, tristeza y, sobre todo, amor. Ese es el destino de todos los destinados, unificar un futuro juntos cuando sus ojos, en vez de apreciar grises, observen con admiración los colores. Fin.

Cerró con suavidad el libro, dejándolo en la mesita de noche de su hijo. El niño la abrazó somnoliento, negándose a soltarla.

-Mamá, ¿cuando viste a papá fue como en el libro?

La mujer no tuvo el corazón de decirle la verdad, la verdadera razón de su matrimonio forzado y la aventura con su verdadero destinatario. Incluso cuando ese hombre lo trataba con dureza, seguía siendo el padre de su hijo.

-Sí cielo, fue exactamente igual, y tú también lo sentirás en su momento- su mano bajó hasta su mejilla, acariciando esta con maternidad. El niño sonrió, disfrutando de las caricias como un cachorrito cuando lo felicitan por hacer algo bien.

-¿Por qué nos pasa esto? Creo que sería más fácil nacer ya viendo colores. ¿Mis ojos están mal?

La mujer simplemente rió.

-Nadie lo sabe, cariño. Sin embargo, siempre sabremos que, en algún lugar, estará la persona que nos ayude a ver la belleza del mundo. Recuérdalo siempre, Nagito- el niño asintió somnoliento, ya con ambos ojos cerrados-. Muy bien, a dormir.

La mujer se levantó de la cama, arropando al adormecido niño antes de besarle la frente con cariño, apagando la luz cuando abandonó el cuarto del infante.

Vivir en un mundo donde todo es blanco y negro hasta que ves a tu destinatario era algo complicado, sobre todo para un niño. ¿Y si nunca veía a esa persona especial? Al ver los colores, ¿sabrían saber cuál es cuál? ¿Y si en ese momento no les gustaba el color de su ropa? A veces Nagito se hacía ese tipo de preguntas, pero enseguida se iban de su mente al ver algo más interesante.

Pero, conforme fue avanzando el tiempo, aprendió a ir olvidando ese tema. Era algo normal en la vida el ver sin color, ya tenía asumido que sería su vida así siempre. Vivir solo y rodeado de gris, frío por el hielo de su dolida alma por los acontecimientos tristes de su vida.

-No pienses eso Komaeda-kun, también lograrás ver colores en el futuro.

El albino (bueno, según sus amigos con visión colorida) se giró para ver a su amiga Chiaki, sonriendo levemente como forma de respuesta. Ya habían acabado las clases, pero por culpa de una caída de Nagito tuvieron que ir a la enfermería, notando que eran de los últimos en salir.

Hopeful 「Komahina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora