Juntos

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Los anaranjados rayos de sol del atardecer bañaron con suavidad el agradable paisaje de la playa, crema naranja a través de la fina arena cristalina y el limpio mar azul. Las nubes se mezclaban igualmente en el cielo con ese tono junto al azul oscuro de la noche, por fin empezando a desaparecer el tinte rojo de la desesperación del mundo del cielo.

Las olas golpeaban suavemente contra la orilla, salpicando gotas saladas por todas partes al mismo son que las hojas de las palmeras se movían por el viento, despidiéndose de las formas de vida diurnas para dar paso a las nocturnas, casi como un murmullo de buenas noches de la naturaleza.

Komaeda se permitió admirar por un segundo la vista, maravillándose por los óleos al natural y el olor a agua salada y fresca del mar, algunas gaviotas aún cantando en la lejanía en busca de alimento. Sin embargo, tan rápido como sus ojos se posaron en la playa de la primera isla, rápidamente se desviaron cuando notó una leve sacudida en su cuerpo, volviendo su atención al hombre que lo acompañaba.

-¿Estás seguro de esto, Hinata-kun? Puede darte dolor de espalda.

-Komaeda, ya hablamos de esto. Además, no dejaré que andes con la rodilla en ese estado.

El albino no pudo evitar bajar la mirada, apretando levemente los hombros de Hajime para evitar una posible respuesta de 'siento mucho ser tan inútil', no le solía gustar mucho al castaño cuando hacía eso. Se permitió ajustarse en su espalda mientras Hinata aseguraba su agarre bajo sus rodillas, cargándolo sobre su espalda con cuidado de no rozar con su rodilla izquierda.

-No es muy grave, me han pasado cosas mucho peores.

-Ya lo sé- Hajime negó con la cabeza cansado, empezando a caminar en dirección al puente de la primera isla a un ritmo lento pero agradable, respirando profundamente el olor marino del atardecer-, pero eso no le resta importancia. Aunque solo sea una raspadura leve sigue siendo una herida, sobre todo sumando el golpe que te diste. ¿Aún te duele?

El albino frunció el ceño mientras su mirada iba a su rodilla herida, actualmente envuelta con la corbata verde del de ojos bicolor y levemente manchada de rosa por el medio, apretando con exactitud para evitar el sangrado pero que, a la vez, no le dañara.

-Arde un poco, pero estoy bien.

-Mañana hablaré con Tsumiki para que te revise la rodilla por si acaso.

-Hinata-kun, no es-

-Sí es necesario, lleva mucho más tiempo en el ámbito medicinal que yo, sabrá analizarlo mejor en caso de alguna fractura en el hueso o algún músculo hinchado.

Como ya era evidente desde hacía tiempo, Hinata ya se adelantó a su línea de pensamientos, leyendo su mente incluso antes de terminar de pensar realmente. Analizándolo, conociéndolo en algunas ocasiones mejor que él mismo, entendiendo su modo de pensar y de existir para así poder tener siempre algo que decir al respecto, siempre con una respuesta en la boca.

-Gracias.

-¿Eh?- Hajime alzó una ceja confuso ante eso, pero al notar que Komaeda siguió en silencio segundos después, supo que no saldría nada más de sus labios, decidiendo simplemente volver su vista al frente y centrarse en el ruido del viento.

El albino decidió mirar al cielo, cada vez menos naranja y más negro, las nubes sobrantes del cielo tiñéndose de un extraño rosa pastel que, según Hinata y Mioda, era igual a las puntas de su cabello, fusionándose con el calmante color de la noche venidera. Era relajante, sin hablar de las palmeras meciéndose suavemente junto al viento y el aura tranquilizadora del castaño, el salado olor a mar filtrándose por sus fosas nasales con la mezcla de las flores silvestres y frutas tropicales. 

Hopeful 「Komahina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora