El corazón le iba a mil, su garganta se secaba a cada segundo y sentía que moriría en cualquier momento, escuchando a su alrededor como una fina y casi imperceptible capa de ruido del día a día. Respiró profundamente para relajarse, permitiendo que la poca saliva que su boca producía bajase por su garganta para aliviarla un poco. El sonido de su corazón era demasiado alto, demasiado fuerte.
Quizás estaba preocupado de más.
Su mente lo gritaba, entrando en su propio conflicto que solo empeoraba al sentirlo en sus manos, sólido y cálido entre sus dedos color canela. Estaba exagerando, no necesitaba ponerse de esa forma por algo así, pero su corazón seguía nervioso, dejándose llevar por la capa de inseguridad que cubrió su mente en el momento en que el objeto salió del bolsillo de su chaqueta.
Aún era pronto.
Suspiró, dejando que sus labios formasen una línea recta mientras se centraba en relajarse. Llevaba demasiado tiempo en el baño del restaurante, y no podía volver a usar la excusa de que había demasiada gente en la cola para entrar ante su tardanza, Komaeda le vio perfectamente entrar al vacío aseo de hombres ante su 'urgencia urinaria'. No fue más que una excusa para irse de la mesa en el momento en que su cuerpo empezó a sentirse ansioso al recordar el objeto oculto en el bolsillo interior de su camisa, recordar las implicaciones que eso traería si saliese demasiado temprano a la luz.
Dando un último suspiro, salió del cubículo del baño, mojando su cara ardiendo con algo de agua fría para refrescarse (y, obviamente, bajar el rubor rojo pálido de sus mejillas) y secándola con los pañuelos de papel que traía siempre en su pantalón. Se miró al espejo, dándose un último vistazo para relajarse y no llamar la atención, saliendo por fin del baño cuando los latidos de su corazón se relajaron por fin. Sonrió apenado cuando llegó a la mesa donde Komaeda llevaba esperando unos minutos, sonriendo cuando Hinata regresó y se sentó en su silla.
-Te has tomado tu tiempo, Hinata-kun.
-Lo siento, las puertas estaban cerradas y pensé que aún había gente, me quedé esperando en la puerta para nada.
Hinata se rascó el cuello, haciendo que esa excusa fuese creíble a los ojos de Komaeda.
Quizás sabía que, cuando Hinata se avergonzaba, rascaba con nerviosismo su cuello como una medida de tranquilizarse, y tal vez fuera el propio castaño que averiguó ese dato para aprovecharlo a su favor.
Sonrió al escuchar la risita entrecortada del albino levemente amortiguada en su mano derecha, cerrando los ojos ante la imagen mental que cruzó por su cabeza. La mano izquierda de Nagito se deslizó a través del mantel blanco de la mesa como una serpiente en busca de su presa, la mano derecha de Hajime, agarrándola con suavidad antes de entrelazar sus dedos con los del chico de ojos oliva, disfrutando de cómo este mismo desviaba la mirada al sentir su rostro teñirse de rojo. La timidez de Hinata en algunas ocasiones era una de las cosas que más adoraba Nagito, esa adorable timidez de Hinata de los afectos en público y las muestras de cariño por parte del albino.
Pero, a pesar de eso, Hinata no apartó su mano de la del contrario, sino que la apretó aún más, acariciando con suavidad los nudillos blancos de Komaeda como respuesta. No era que no le gustara, sino que aún estaba aprendiendo a lidiar con esos gestos enfrente de las personas, sus opiniones y gustos que, con el paso de los años, fue ignorando, actualmente persistiendo como una casi imperceptible acuarela al borde del cuadro.
Sus ojos se movieron para verle, ver la sonrisa tranquila y feliz del chico de cabellos blancos resaltada por la luz de la vela en mitad de la mesa donde recién terminaron de cenar, dejándose llevar por la visión de las sombras y luces en la cara ajena. Se dejó atrapar por las facciones finas y algo delgadas de su rostro, de los ojos grises con capa de verde claro bañando sus iris y las pestañas blancas que brillaban como gotas de rocío por la luz amarillenta de la vela, casi sacado de una película de romance.
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Hopeful 「Komahina」
RandomNagito Komaeda era una persona compleja de comprender, un alma que intentaba seguir resplandeciendo en medio de tantas experiencias oscuras y desesperantes, buscando esa pequeña y brillante esperanza para tener motivos para vivir. Sin embargo, el de...