Las manos de Hinata eran cálidas, incluso aunque solo estuvieran tapando sus ojos. Seguían siendo suaves y cálidas como siempre, tacto que Komaeda aún intentaba asimilar que eran para él.
-Cuidado, hay un bache justo delante.
Komaeda paró en seco ante la advertencia de Hinata, logrando que el castaño chocase contra su espalda por ese gesto desprevenido. Ambos soltaron un "lo siento" enseguida, aunque ahora, por lo que pudieron captar los oídos de Komaeda, Hinata se estaba dando la vuelta para quedar enfrente. Una de sus manos se separó de su rostro, aunque la derecha le seguía tapando la visión.
Y ahora la cálida mano de Hajime se envolvió en su mano sana.
-A la derecha, despacio.
El albino hizo lo dicho, dejándose guiar por el de corbata verde con total confianza. ¿Cómo no iba a confiar en Hinata? Siempre confiaría en él, aunque le estuviese llevando a quién sabe donde y con su capacidad visual totalmente reducida. Lo lógico hubiera sido que le tapase los ojos con una venda para facilitar las cosas, pero Hinata se negó en rotundo a guiarle de esa manera al notar cómo Komaeda empezó a temblar tras los primeros pasos, recuerdos fugaces y borrosos de la experiencia del secuestro volvían a su mente tras cada pisada hacia su destino. Al menos con sus manos podía sentirle, alejarle de esos hechos pasados.
Siguieron caminando, ritmo más reducido para evitar alguna caída desafortunada. Los oídos de Komaeda captaron algo, una especie de frecuencia lejana pero cercana a la vez, en cierta parte agradable y molesta a la vez. ¿Qué podía ser eso? No era el ruido de las olas de la playa ni de la cocina, sin hablar que aún no subieron escaleras además de los puentes de la isla central y otra desconocida para él. Hinata apartó su mano, parando al albino al depositarla encima de su pecho.
-Cierra los ojos- Nagito asintió, cerrando los párpados al sentir la mano dominante del castaño separarse de su rostro. Volvió a escucharle caminar, situándose a su espalda-. Vale, camina hacia adelante, yo te diré cuándo parar.
Volvió a asentir, haciendo lo mandado. ¿Tal vez quería enseñarle la reparación del restaurante de la segunda isla? En los últimos días Hinata estuvo haciendo varios arreglos por las islas para hacerla más... funcional, incluso casi se perdió la fiesta de cumpleaños de Koizumi por eso. Estiró sus brazos, intentando localizar con el tacto algún posible obstáculo que le impidiera pasar, pero el ruido chirriante de una puerta abriéndose le desconcertó.
Y el ruido de antes se hizo más intenso. ¿Música?
Sintió un leve apretón en sus hombros, señal de que parase sus pasos. Sus brazos se quedaron colgando en sus costados, debía estar en la sala de música de la tercera isla. ¿Quería enseñarle el arreglo en los altavoces? A lo mejor necesitaba ayuda para poder ajustarlo.
-Ya puedes abrir los ojos.
Y lo hizo.
El ruido de... ¿disparos? sonó por la sala mientras decenas de pedacitos de papel de colores flotaban por el aire, a la vez que un grito grupal hacía eco en la sala al mismo tiempo que el sonido de una cámara.
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS, KOMAEDA!
Nagito parpadeó confuso, su cerebro sin procesar lo que ocurría a su alrededor. Una mesa al fondo llena de dulces y picoteo salado junto a una tarta bastante grande de limón y fresa, sus compañeros a su alrededor mientras sujetaban esos conos de confeti que aparecían constantemente en la televisión y, para colmo, globos de colores pastel por todo el local, música suave y varias latas de Dr. Hopper por la barra de bebidas. ¿Qué estaba pasando?
Koizumi sonrió detrás de su cámara al captar la cara sorprendida de Komaeda, sonriendo ampliamente mientras daba un paso adelante, lista para sacar foto a Komaeda cuando sonriese por esa fiesta sorpresa y, como siempre, diese su discurso tan... único, por así decirlo.
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Hopeful 「Komahina」
RandomNagito Komaeda era una persona compleja de comprender, un alma que intentaba seguir resplandeciendo en medio de tantas experiencias oscuras y desesperantes, buscando esa pequeña y brillante esperanza para tener motivos para vivir. Sin embargo, el de...