Apodos

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Suichi y Kaede utilizaban nombres melosos.

No era nada extraño el oír al detective llamar 'corazón' o 'cariño' a la pianista, o que esta le llamase 'cielo' o 'amor' cada vez que se abrazaban, o que sus labios depositaban pequeños besos en su rostro. No llevaban ni dos meses saliendo y ya eran demasiado cursis, algo ya totalmente normal para su clase y la contigua.

Hinata desearía poder ser tan expresivo verbalmente como Saihara.

Faltaban pocos meses para que acabaran su estudio en la academia Kibougamine, y a pesar de que no tenía problema alguno (a parte de algún que otro sonrojo) de mostrar afecto físico como abrazos o toques tranquilizadores, le era imposible el llamar a su pareja de forma cursi, desde primaria tenía esa vergüenza. Tuvo la típica novia de un par de semanas cuando era pequeño, cuando aún la idea de una novia no era demasiado importante para críos de 10 años que seguían la moda de 'pues tengo novio/a', y nunca tuvo el valor de llamarle algo más a parte de su nombre. Ahora iba a cumplir 18, dentro de poco empezaría una nueva etapa en su vida, y no era capaz de soltar un típico 'cariño' a su novio. 

Sin embargo, este...

-¡Hinata-kun!

Podría parecer que no, pero ese nombre pasó a transformarse en un apodo cariñoso que sólo ellos dos entendían. No era el significado, sino el tono con que el albino lo decía. Esa forma tan alegre y cariñosa con que siempre lo llamaba era lo importante para el castaño, el simbolismo de que, aunque fuese un poquito, alegraba automáticamente su día, provocaba esa sonrisa brillante e inocente de simplemente ver a la persona que más adoraba en el mundo.

Maldita sea, sentía sus mejillas calientes.

-Hola Komaeda- el castaño se dio la vuelta para sonreírle al contrario, ahora ambos caminando hacia la cafetería de la escuela. Ya habían acabado las clases, pero hace poco permitieron una cena en dicha zona para los estudiantes que vivían lejos y no tendrían tiempo para cocinar, obra del director Kirigiri-. Te veo feliz.

-Sí, la semana que viene Togami-kun y Ouma-kun vendrán conmigo a la nueva cafetería al lado de la estación. Tengo ganas de probar el café y té de allí.

Vio la emoción en sus ojos, era raro que esos dos estuvieran juntos mucho tiempo, pero eran amigos al fin y al cabo.

Su mano se separó de su costado para agarrar su mano, acariciando con sutileza el dorso de la pálida piel blanca con su pulgar.

-Me alegra escuchar eso, espero que lo paséis bien, pero procura comer algo junto a la bebida- Komaeda sonrió con cierta vergüenza mientras asentía, centrándose en el tacto de sus manos unidas-. Recuerda lo que dijo Tsumiki, debes aumentar la cantidad de comida en tu dieta.

Le vio suspirar, sabía que el estómago de Komaeda no era exactamente glotón, pero era preocupante la figura casi calabérica del de ojos grises. No era extraño verle en la hora de la comida obligando a darle trozos de carne o cucharadas de arroz en la boca para que lo comiera, ganándose en varias ocasiones comentarios molestos de sus compañeros, sobre todo el "iros a una habitación" por parte de Kuzuryuu. Tenía narices cuando hacía exactamente lo mismo con Pekoyama.

-Hajime, ¿qué vas a comer?

-¿Eh?

Espera, ¿cuándo llegaron al comedor?

Se decantó por un panecillo de melón y un té verde, en casa aún tenía comida para la cena, mientras que Nagito optó por una cajita pequeña de Takoyaki y matar el apetito. 

Se sentaron en una mesa al lado de la ventana, ambos enfrente del otro mientras comían tranquilamente con el ruido diluido de los estudiantes restantes charlando. Fue relajante en cierto modo, dejando que Hinata se diera la libertad de comer con los ojos a Komaeda, distraído mirando la ventana a su lado.

Hopeful 「Komahina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora