El calor era agradable, envolviéndolo entero en mitad de su sueño. Tan reconfortante y acogedor, siempre se enredaba el las mantas de su cama cuando el cálido ambiente le cubría hasta el cuello, como rayos de sol en mitad de verano, mejorado únicamente cuando, en mitad de su sueño, estiraba su brazo derecho para rodear a...
El colchón estaba vacío en el lado opuesto donde dormía.
Ese tacto, el del suave colchón frío y desarreglado fue lo que le hizo abrir los ojos, pestañeando con pereza para intentar vislumbrar algo en medio de la oscuridad. Vio su manta azul celeste cubriendo su cuerpo y parte del vacío, unas cuantas arrugas en la sábana de la cama que le incitaba la idea de que alguien estuvo ahí, además de...
Espera, ¿por qué veía tan bien? Se supone que era de madrugada, era imposible que el sol estuviese iluminando con esa levedad clara la habitación.
Komaeda se levantó con cuidado para sentarse, usando su mano sana para frotarse los ojos llorosos por el sueño, bostezando en el proceso. Observó su habitación, desde la pila de ropa sucia en la esquina que pondría a lavar mañana mismo (maldita lavadora que se rompía constantemente) hasta los zapatos perfectamente colocados al lado de la puerta, ordenados y limpios. Y, entonces, halló la fuente de luz, la lámpara de encima del escritorio situado a menos de dos metros enfrente de la cama. Komaeda entrecerró los ojos, seguro de haberla apagado antes de irse a dormir.
Y la figura sentada, dándole la espalda y ligeramente curvada hacia adelante, le dio todas las respuestas necesarias.
-¿Hinata-kun?- Nagito le llamó aún con rastros de sueño em su voz, soltando otro bostezo a la vez que se arrodillaba en la cama, gateando hasta el borde de la misma mientras entrecerraba los ojos, levemente molesto al no recibir respuesta- ¿Hajime? Hajimeeee.
Nada, como si no existiera, siendo el único sonido captado el de un bolígrafo rasgando con levedad papel. Komaeda frunció el ceño, sentándose al borde de la cama al sentir la ensoñación irse por completo.
-Hey, Hajime- nada, debería usar su ash bajo la manga, el arma que nunca le fallaba-. Amor.
-¿Hum?- como si esa simple palabra hubiera roto un hechizo (o porque lo escuchó mejor al decirlo más alto), vio al castaño dejar de escribir para, enseguida, girarse, sus ojos verde oliva y rojo rubí brillando con el contraste de la luz de la lámpara ennegreciendo su figura. Pero, aunque su figura era casi irreconocible, Komaeda podía ver desde ahí las ojeras bajo los ojos del castaño, y eso hizo que su mueca de enfado se fusionase con preocupación-. ¿Qué haces despierto? Es tarde.
-Creo que esa es mi línea- sus pies descalzos pisaron el suelo de madera, apoyando su mano sana en el colchón para levantarse. Pero Hinata reaccionó rápido, empujando la silla con ruedas con sus manos para deslizarse hasta la posición de Komaeda, quedando frente a frente mientras apoyaba sus manos en las rodillas pálidas del albino, empujándolas para que sus piernas volvieran a estar en el colchón. Sabía que el cuerpo del de ojos grises no tenía las mejores defensas del mundo, y lo que menos quería era que pillara un resfriado por andar descalzo en el suelo frío de la noche-. ¿Por qué no estás durmiendo, Hajime?
El castaño suspiró cuando los ojos ajenos le miraron, reconociendo esa mirada en cualquier momento y lugar. Sus ojos se desviaron a un punto no fijo de la habitación, formando una línea recta con su boca cuando Komaeda le agarró de ambas manos con la suya propia, señal indirecta de "no te mueves hasta que me lo digas".
-Bueno, ya sabes, la Fundación ha estado bastante ocupada últimamente ayudando a supervivientes del mundo, al parecer varios de estos se ofrecieron voluntarios para ayudar y luchar contra los robots Monokuma que quedan por ahí.
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Hopeful 「Komahina」
De TodoNagito Komaeda era una persona compleja de comprender, un alma que intentaba seguir resplandeciendo en medio de tantas experiencias oscuras y desesperantes, buscando esa pequeña y brillante esperanza para tener motivos para vivir. Sin embargo, el de...