Celebración

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Las mezclas de grises no paraban de girar, fusionándose entre ellos como acuarelas, sutiles cambios de contrastes y tonos hasta el punto de volverse negros. Giraban, rodeándolo en la asfixiante sensación de pesadez que, poco a poco, lo ahogaba, lo ahogaban en la profundidad de sus pensamientos en mitad de la tormenta de las sombras de la negatividad.

Ardía, dolía, como un puñal que nunca dejaba de atravesar su corazón, la red que lo hundía hasta lo profundo de su mente desesperada.

-No tiene nada de especial, es solo un cero a la izquierda más.

-¿Ese chico? No tiene talento, no tiene nada. Es nada.

-Solo uno más del montón, igual que todos.

Giraban y giraban, le manchaban la mente y su confianza.

¿Nada? ¿No... era nada?

Para.

-Lo único especial que tiene son los cheques de sus padres. No es capaz de hacer nada bien.

Es mentira, eso no es cierto.

-Pobre, ¿tan desesperado está por ir? No significa que el talento se le vaya a pegar por estar en esa Academia. Siempre será uno más de nosotros, ordinario.

Seguían mezclándose hasta formar negro, hasta que el peso de la red terminaba ahogandolo en su propia miseria.

Era alguien, era alguien, era alguien.

Soy alguien, enserio soy alguien.

Pero le atrapaba, por más veces que intentaba cortar la red, siempre acababa atrapado.

¿Realmente... era tan inútil?

-Ja, quiero ver cuánto tiempo aguanta allí, ya sabes como tratan a los de su curso. Vamos, ¿sin talento yendo a los cursos especiales? Va directo al curso de reserva. Lo único valioso que tiene es su dinero.

Cállate.

Y dolía, por más veces que quisiera que su muralla de piedra le protegiera de esas palabras en forma de dardo siempre le daban, siempre dolía, y siempre le afectaban.

-Qué patético.

Cállate, cállate.

Más profundo, más hondo, más efectivo.

-Qué pérdida de tiempo por intentar ser algo que no es.

Por favor, cállate...

Quería ser alguien, quería que su vida tuviera sentido y tener la confianza suficiente para hacer las cosas, para poder demostrar que era algo.

Y las llamas de la inseguridad le quemaban, poco a poco, insaciables por destruirle por completo y convertirle en ceniza.

Quiero ser alguien, por favor... por favor, cállate.

Si tan solo... hubiera nacido siendo especial, tal vez las cosas no serían así.

Quería ser especial, ser aceptado en la sociedad corrupta que vivía, ser uno más de los prodigios talentosos que conquistaban el mundo.

Solo debo convertirme en alguien... solo... debo...

-¿Hinata-kun?

El castaño parpadeó sosprendido ante el apodo, desviando su mirada del suelo para ver, justo al frente, la cara preocupada del albino mientras le observaba, ambas piedras esmeraldas grisáceas fijas en su rostro.

Las voces y gritos de sus amigos le trajo a la realidad, le recordó dónde estaba ahora.

-¿Estás bien? Te quedaste quieto durante un rato mirando a la nada. ¿Quieres que llame a Tsumiki-san?

Hopeful 「Komahina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora