Capítulo 23

15.4K 638 16
                                        

Abrí un ojo molesta con la luz que se acababa de encender en mi habitación. Gruñi a quién quiera que fuera la persona que había hecho tal atrocidad. Estaba cansada y me dolía la espalda, la mesa del comedor no siempre es buena.

—Hola...— me saludó Vanessa mientras se acercaba a mi cama y se acostaba sobre esta. Me apoyé sobre la cabecera de la cama y la miré. — ¿Qué ha pasado con Javier? Fer no nos ha querido contar nada, dijo que lo tenías que hacer tú, cuando vieras conveniente.— se encogió de hombros.

Me mantuve en silencio durante unos minutos, pensando. Intentado no llorar por lo ocurrido.

—Me ha dejado. Es un imbécil, no...— suspiré. Limpié una lágrima con el dedo.— No confía en mi o no lo hace lo suficiente.Cree que no puedo cambiar por él, me decía cosas cuando no tenía razones para hacerlo. No he coqueteado con nadie ni he mirado a los tíos que me llamaban por la calle, he dejado eso de follar con tíos porque lo tenía a él, no me hacía falta nadie más y ahora se marcha, no lo entiendo. De verdad que no lo hago.— negué con la cabeza una y otra vez.

—Oh, vaya... Lo siento,  sé que lo querías un montón. Se te notaba tanto... Sonreias cada vez que estabas con él,  se te iluminaban los ojos. E incluso, cambiaste por él.— murmuró enfadada.— Es un imbécil. Definitivamente, lo es.

—No eres la primera que lo dice o lo piensa. De todos modos, da igual, lo superaré. Ahora, por lo pronto, cambiaré mi horario en la universidad. Creo que ahora iré por la tarde. No quiero verlo, no quiero verlo en mucho tiempo.— mordí mi labio.

—Espero que te permitan hacerlo. Llamaré a Erica por ti, no creo que quieras contarlo de nuevo.— asenti agradecida.— Me voy fuera, descansa. Te quiero, Kate.— cogió el pomo de la puerta para cerrar la puerta.

—Oye, ¿has visto a Fernando?

—No, cuando llegué no había nadie. Descansa, ya hablaremos.— apagó la luz y cerró la puerta, dejándome totalmente a oscuras y en silencio.

Me arropé con la colcha, y en ese momento me fijé en mi ropa. Llevaba puesto el pijama que siempre usaba cuando tenía la regla o cuando estaba en mis días tristes. El pijama no podía ser más cutre y feo, tenia unicornios de distintos colores y arcoiris por doquier. El pantalón era largo y la camiseta de tirantes. Me habría vestido él.

Me fijé en la mesita de noche, había una nota.

Me tenía que ir, espero que no te importe. He limpiado y recogido todo lo que provocamos, no te preocupes. Espero que me llames si necesitas algo, no dudes en hacerlo,

Fer.

Reí, tiré la nota sobre la cama y cerré los ojos, dispuesta a dormir todo el fin de semana. Necesitaba descansar después del día más movido de mi vida.

**

— Debe haber una solución, no puedo asistir por las mañanas.  Me han surgido problemas personales que me lo impiden, debe haber algo que pueda hacer.— di un golpe al mostrador, miré enfadada a la secretaria.

—Lo siento, señorita. Ya le he dicho que es imposible.

—¡Tiene que haber algo que pueda hacer! No puedo creer que no haya plazas por la tarde.

—Créame, no puedo hacer nada. No le queda otra que aguantarse.— la miré desilusionada.

—Está bien, gracias.— me marché dejando un portazo detrás de mi.

Pegué una patada a la pared y me apoyé sobre esta enfadada.
Me tocaba aguantarme. Tendría que verlo todos los días a todas horas,  no podía escoger otro horario por la mañana y mucho menos por la tarde. No había opción.

Caminé hacia la salida, me iba a casa, ya no tenía nada que hacer aquí.
Cogi el autobús, no quería andar. El mundo al parecer estaba en contra mio, últimamente nada salía bien. Mi teoría cada vez se hacía más real.

En menos de cinco minutos ya estaba en casa despotricando.

—Lo siento mucho. Estoy siendo un poco falsa, me alegro que no hayas podido cambiar de horario.— la miré dolida y muy confundida.— Aún tendré a alguien con la que hablar por las mañanas. Y no puedes huir siempre de los problemas. Las cosas no se solucionan así. Llegará el día en el que el problema será mayor y no te quedará otra que afrontarlo.— habló Erica, dejándome con la boca abierta.

—Me voy a la cama. Paso de ti...— murmuré. Di un portazo y me tiré sobre la cama.

Las palabras de Erica. El momento en el que terminó todo. Fernando y yo sobre la mesa. Javier y yo comiendo pipas en el parque. Javier y yo juntos por primera vez. Las fiestas. Las discusiones continuas con Vanessa. La distancia. Los celos. Todo.

Y simplemente, empecé a llorar.

Mi vida empieza a ser abrumadora.

Before sexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora