Capítulo 1

69.5K 1.2K 47
                                    

Capítulo editado. (1/2)

Moví mis caderas en círculos provocando más placer al chico que me acompañaba, no sabía su nombre tampoco me importaba.

El chico sujetaba mis caderas, me ayudaba a subir y a bajar. Me embestia con fuerza, sin miramientos y me encantaba. Esta vez el chico era bueno en la cama, y menos mal, no quería fingir un orgasmo. Ya lo había hecho mucho durante la semana. Unas últimas arremetidas y gemí con fuerza cuando me dejé ir. Salí lentamente de él y me tiré a un lado de la cama con una sonrisa en la cara. El chico se tumbó de lado, mirándome, se acercó y me intentó besar, me aparté.

-¡No! Ya sabes las reglas, nada de besos.

-Lo siento, me he dejado llevar. ¿Repetimos?- dijo con una sonrisa provocativa. Me levanté y entré al baño, cerré la puerta detrás de mi.

Tarareé una canción que me había pegado mi compañera de piso cuya letra, como era lógico, desconocía. Me hice un moño y me meti en la ducha.

-No, me voy ya. Ya nos veremos por... ¿la universidad?¿Te conocí en la universidad?- grité por si con el ruio que producía el agua no me escuchaba.

-Si, voy a tu clase.- dijo con orgullo.

-Oh, claro, ya me suena. Pues eso ya nos veremos por clase.- dije mientras me echaba gel de baño por todo el cuerpo.

-¿Nos volveremos a ver? Me encantaría...- dijo, después de varios minutos, con ilusión. Salí del baño y me empecé a vestir. No le contesté hasta que no estuve vestida.

Odiaba que siempre hicieran las mismas preguntas. Ya sabían mis reglas, ya sabían lo que pasaría si se acostaban conmigo, ahora, les toca aceptar las consecuencias. ¿No era tan difícil entenderlas o sí?

-No, ya sabes que no repito con nadie. Todo el mundo lo sabe.- bufé y me puse mis zapatillas. Eché mi cabeza hacia delante y hacia atrás, mi pelo cogio su forma natural.

-Ohm bueno, pues...- le sonreí, me colgué el bolso en uno de mis hombros y salí pitando de ahí.

Otro más a lista, no es que fuera un orgullo. No consideraba a los hombres pañuelos, esos de usar y tirar, o trofeos. A diferencia de ellos, yo no era así, yo de algún modo u otro los respetaba. Sólo buscaba placer, diversión, compañía con otra persona. Sólo era sexo entre dos persona maduras, solo eso, nada de sentimientos, ni confesiones, ningún otro tipo de relación. No me interesaba.

¿A qué viene esa mierda de querer estar atada a una persona? Sin libertad, tener que estar pendiente de esa persona todo el rato, dejando de preocuparte por ti misma, recibir mensajes de esa persona que más que demostrarte amor te dan una sensación de agobio. Y eso no es lo peor, si la otra persona ve que no le haces el suficiente caso o no pasas el tiempo suficiente con él, aunque ya no existan más horas en un día, te lo recrimina, porque lo hace y lo sabemos. Tu podrás hacer todo lo posible para para hacer feliz a esa persona pero para él o ella nunca será suficiente, así somos, así funcionamos, somos egoístas por naturaleza y hay que aceptarlo cuanto antes. Hay que aceptarlo, hay que hacerlo.

Caminé por las calles vacías que rodeaban la universidad en la que estudiaba. Unos minutos después llegué a mi edificio, me acerqué al telefonillo y le di al botón del 2°A. Me había olvidado las llaves esta mañana, llegaba tarde a clases.

-¿Hola?

-Vanessa, ábreme.

-¿Otra vez las llaves?

-Ya sabes la respuesta, abre ya.

-Borde de mierda.

Me abrió la puerta y la empujé con fuerza para abrirla.

Anduve hasta el ascensor, que por suerte estaba en la misma planta que yo. Entré en él y pulse el botón en el que ponía el número dos. El ascensor es muy pequeño, poco iluminado y con mala ventilación, pobre del que se quedara atrapado. Lo digo por experiencia, me ha pasado mucho. Los vecinos no quieren cambiarlo por falta de dinero o algo así.

Llegué a la segunda planta y caminé hacia la puerta de mi casa. Toqué el timbre y Vanessa me abrió inmediatamente.

-No vuelvas a olvidarte las putas llaves o dormirás en el portal.

-Imbécil, por una vez que me pasa...

-¿Una vez? Recuérdame que te compre esas pastillas para la memoria, de esas que salen en la tele.-me guiñó el ojo.

-Repito, imbécil...- Vanessa se fue al baño con su neceser de maquillaje en la mano.-¿Dónde vas tan arreglada?

-Hoy hay fiesta en casa de Erica. ¿No vas a ir? ¡Joder, tía que es tu amiga!

-Aún no he contestado.- murmuré.- Además estoy cansada, hoy he tenido mucho que estudiar en la biblioteca.

-¿Estudiar o follar? No me mientas, por favor.

-¡Joder! He estado con un tío, no es un pecado...

-Katherine, que estés con tíos ya empieza a ser preocupante. Un día sí y otro también...

-¿Y qué quieres?

-Quiero que dejes de follar con el primer chico que veas, que intentes hablar con un tío sin pensar en cómo follará, quiero que dejes de ser una ninfómana no diagnosticada, intenta expresarte de otra manera.- habló con tranquilidad como siempre solía hacer.

-¡Sabes que no puedo! Soy así, no puedo hacer nada para expresar mi cariño además de eso.

-Joder, Kate... Tu a esos tíos no les tienes el mínimo cariño, no me vengas con gilipolleces que yo no me lo trago...

-Vale, ya está. Iré a la puta fiesta, lo has conseguido, deja de darme el coñazo...- caminé enfadada hacia mi habitación.

Vanessa era así, siempre me soltaba esas mierdas. En algunas cosas tenia razón pero no se lo iba a decir, se lo tenía muy creído ya. Entre su físico y su inteligencia, imaginaros. Es rubia de ojos azules, alta con los pechos pequeños pero bien puestos, en su sitio como debe ser y un culo redondito y también en su sitio- cuerpo que no sabe aprovechar como es debido, todo sea dicho-, ni Megan Fox en sus mejores sueños. Vale, a lo mejor exagero pero es una de mis mejores amigas, mi hermana postiza, por llamar de alguna manera, vale.

Vanessa me conocía mejor que nadie, éramos amigas desde pequeñas, desde entonces nos hicimos inseparables. Se convirtió en mi madre cuando nos independizamos, se convirtió en mi hermana cuando nos conocimos. Ella era considerada parte de la familia, sus padres la fallaron de la manera más gorda pero eso es otra historia.

A pesar de sus cosas buenas era horrible convivir con sus continuas charlas sobre mi falta de respeto a mi misma, mi poca autoestima. Ya tenía claro que no me tenía amor propio por todo lo que hacía, lo tenía claro por las continuas discusiones con ella, yo no comparto esa opinión, pero la respeto. Mi forma de expresar mis sentimientos o mierdas era esa, era esa desde hace años y no por sus continuos enfados iba a cambiar ahora, no tenía pensado cambiar, no merecía la pena. Me gusta la persona que era, la persona en la que me he convertido, la persona que seré. Vanessa tendrá que vivir con ello, lo aceptará. Tarde o temprano, lo hará.

Sacudi mi cabeza y olvidé a Vanessa y me centre en mi armario. Cogi un vestido negro de encaje, manga larga y por encima de la rodilla, algo simple y muy discreto. Iba a ir tapadita comparando con otros días, y es que hoy después de lo de Vanessa no tenia cuerpo para nada.

Before sexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora