Y de pronto, en mitad del desierto, sonaron tímidas las primeras notas de una de esas canciones tuyas.
¿Bailamos?- te pregunté, olvidando mi timidez entre las dunas de un país extranjero.
Te hiciste el remolón pero solo lo que tardaron tus pies en encontrar la pista de baile.
Y de pronto era una peonza entre tus brazos. Una acróbata. Una equilibrista.
Me hiciste vibrar como a las cuerdas bien afinadas de un violín en manos expertas. Aún resuena en mí tu melodía.
En el centro de todas las miradas solo teníamos ojos el uno para el otro. Y mientras el vuelo de mi falda se fundía con la promesa de tus besos, todo daba vueltas y solo existíamos nosotros.
Ardimos en la noche sin necesidad de alcohol. La noche ardió con nosotros bajo una cúpula de estrellas aún sin contaminar.
Todavía reverberas en mi interior. Tú, yo, el arco imposible de nuestros pies y el recuerdo de una canción.
Nunca he vuelto a bailar como aquella noche. Como contigo.
Como si no tuviera nada que perder.
Como si no tuviera nada que ganar
Como si el momento lo fuera todo. Como si todo lo fuéramos nosotros.
Supongo que hay experiencias que solo se viven a alma descubierta sobre las arenas rojas de tierras exóticas.
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Divagando por la vida
Non-FictionEsto no es una novela. No cuenta una historia. Podrías decir que es un diario, pero tampoco. Ya que no va a ser diario sino ciento-en-ventario (quien me conoce sabe que me disperso con facilidad). Es como, el título bien define, un cúmulo de mis div...