Abrí la ventana una noche de tormenta y dejé pasar al viento para que arrastrara mi melancolía, la que se derramaba entre las costuras de mi corazón.
Abrí la ventana y di la bienvenida a la lluvia, a su aroma a tierra mojada, al rítmico repicar que promete la vida.
Abrí la ventana y admiré los relámpagos que pintaban el horizonte, dorado contra plata y mercurio, de salvaje belleza, la naturaleza con su fuerza irrevocable.
Abrí la ventana una noche de tormenta y saboreé el viento y olfateé la lluvia y cabalgué la furia lejana de los truenos.
Abrí la ventana una noche de tormenta y me sentí viva.
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Divagando por la vida
No FicciónEsto no es una novela. No cuenta una historia. Podrías decir que es un diario, pero tampoco. Ya que no va a ser diario sino ciento-en-ventario (quien me conoce sabe que me disperso con facilidad). Es como, el título bien define, un cúmulo de mis div...