Comienza un viaje

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Antes de comenzar un viaje la gente suele preguntarme si estoy nerviosa. Y realmente no suelo estarlo, durante los días e incluso las horas previas estoy sumida en una burbuja zen que solo puedo describir como incredulidad. Es en el último momento, cuando ya tengo la maleta en mano y estoy saliendo por la puerta, que la realidad del viaje me golpea en toda su magnificencia. Entonces despierto de la duermevela con una traviesa bandada de mariposas revoloteando en la penumbra del estómago y el corazón cabalgando en el pecho, sus cascos chocan furiosos y rítmicos contra mis costillas. Es cuando el aire húmedo y cargado de la estación subterránea de autobuses me parece que arrastra un aroma a aventuras y libertad que soy consciente al fin de que han llegado, estoy de vacaciones, en la antesala de un nuevo millar de anécdotas por vivir para contar.

Divagando por la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora