Mi alma quedó prendida de aquel atardecer, mientras el sol quemaba mis pupilas en su descenso a las profundidades del océano. Incendió la noche que llegaba cabalgando a lomos de la luna, una pira funeraria para un nuevo día que tocaba a su ocaso. Y en ella inciniré un jirón de mi alma, el viento con susurros de olas esparció sus cenizas. Quiso así hacerme una con el mar y el crepúsculo y el aroma de tu piel y el calor que desprendían tus brazos. Y contigo.
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Divagando por la vida
Non-FictionEsto no es una novela. No cuenta una historia. Podrías decir que es un diario, pero tampoco. Ya que no va a ser diario sino ciento-en-ventario (quien me conoce sabe que me disperso con facilidad). Es como, el título bien define, un cúmulo de mis div...