Creí que había amado pero nada te prepara para amar como una madre. No hay amor más orgánico y visceral, más natural y arrollador.
De pronto el infinito, ese concepto hasta entonces abstracto, cobra sentido. Y se queda pequeño. Porque ese amor todo los conquista y todo lo desborda.
Te quiero infinito, pequeño.
Y lo mejor es que sé que tú también a mí.
Lo intuyo en cada mirada cargada de confianza. Cada vez que tu manita busca la mía para dar tus primeros pasos. Cuando tienes sueño y solo te sirven mis brazos. Cuando exiges mi pecho y es tu almohada, tu cobijo y tu alimento. Cuando tienes hambre o cuando sientes miedo, cuando te has hecho daño o cuando simplemente necesitas amor.
No hay amor que se compare al de una madre, salvo tal vez el de un hijo.
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Divagando por la vida
Non-FictionEsto no es una novela. No cuenta una historia. Podrías decir que es un diario, pero tampoco. Ya que no va a ser diario sino ciento-en-ventario (quien me conoce sabe que me disperso con facilidad). Es como, el título bien define, un cúmulo de mis div...