Navegamos sin descanso en el mar que es nuestra alma. A veces con el viento a favor, otras en contra. A veces en calma, otras somos nuestra propia tormenta y luchamos a brazo partido contra la marejada, contra el terror al naufragio, a hundirnos irremediablemente en las profundidades oscuras de nuestros miedos y no saber reflotar de nuevo. ¿Qué ocurre cuando el océano nos gana la batalla? ¿Cuando nos sumimos en nuestras entrañas más viscerales y no encontramos el camino de regreso a la superficie? ¿Nos aplasta el peso de nuestra agua salada o nos asfixia antes la falta de oxígeno?
Qué difícil debe de ser nadar a ciegas hasta encontrar por azar ese tenue rayo de luz que nos guíe de vuelta a contemplar el cielo.
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Divagando por la vida
No FicciónEsto no es una novela. No cuenta una historia. Podrías decir que es un diario, pero tampoco. Ya que no va a ser diario sino ciento-en-ventario (quien me conoce sabe que me disperso con facilidad). Es como, el título bien define, un cúmulo de mis div...