Capítulo 7

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Después de cenar, Eva y Juliana salieron a buscar bebidas para la fiesta como siempre, así que aproveché la oportunidad de tomar un agradable baño, haciéndome sentir relajada y fresca. Gruñí ante el pensamiento de otra fiesta; ellas no se ponían salvajes o algo por el estilo pero se quedarían hasta por lo menos las dos o tres de la mañana. Encima de la falta de sueño, habría un gran desastre que limpiar en la mañana, tanto dentro como fuera.

Me sequé y me envolví en una toalla, cuando di un paso fuera del baño, choqué directo contra Juliana, sus manos se extendieron para sostenerme, agarrando mi muñeca para que no me cayera. Apreté la toalla más fuerte y traté de calmar a mi acelerado corazón.

Juls: —Wow, me gusta tu atuendo —dijo mirándome de arriba a abajo lentamente; retiré sus manos de mí y entré pisoteando a mi habitación, azotando la puerta al pasar; tan pronto la puerta se cerró, ella tocó.

Val: — ¿Qué Juliana? —pregunté amargamente a través de la puerta cerrada.

Juls: —Ángel abre la puerta por favor —pidió agarrando el pomo.

Val: —Juliana ¿podrías simplemente irte? En serio, ¡no estoy vestida! —Fruncí el ceño y pisé mi pie y de inmediato me sonrojé y le di gracias a Dios de que ella estuviera del otro lado de la puerta y no pudiera verme.

Juls: —Ángel, ¿por favor? —rogó.

Me encogí de hombros, odiaba cuando usaba ese tonito de voz; era su voz de "hora-de-dormir" a la que tenía problemas para decirle que no. Arrastré la puerta abriéndola y ella me sonrió mientras me pasaba dentro de mi cuarto.

Val: —Bien, ¿qué demonios quieres? —pregunté, caminando hacia mi armario para sacar mi camiseta favorita de las de Juliana que encontré en la lavadora. Me la puse, teniendo cuidado de mantener la toalla firmemente enrollada contra mí.

Juls: —Hey, me preguntaba dónde estaba esa camiseta —dijo, asintiendo frente a mi camisa.

Jadeé pensando que me pediría que se la regresara, era mi camiseta favorita; me la colocaba cada vez que comenzaba a sentirme vaga y descansada alrededor de la casa.

Val: —No te la regresaré, adoro esta camisa —dije sacudiendo mi mano en un gesto desdeñoso.

Juls: —Es justo... De todas maneras luce mejor en ti —replicó, con una sonrisa, mirando mis piernas. Suspiré exasperada. ¿Por qué tenía que ser tan coqueta?

Val: —En serio, ¿qué quieres? —repetí, caminando hacia la puerta y colocando mi mano en la manilla, lista para patear su trasero si hacía algún otro comentario coqueto.

Juls: —Sólo quería dejar mis cosas, un cambio de ropa y algunas cosas para mañana, dado que pasaré la noche aquí —Se encogió de hombros, soltando su bolsa en mi cama.

Val: — ¿Y no podías simplemente dármela en lugar de entrar aquí? —pregunté con rabia. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil?

Juls: —Podía haberlo hecho pero me habría perdido el placer de ver tu ardiente trasero en mi camiseta, creo que es muy sexy verte así — ronroneó, escrutándome de nuevo lo que me hizo estremecer. Arrastré la puerta abriéndola y la miré.

Val: — ¡Tú lárgate! —le solté.

Juls: —Lo que digas Ángel —Se rió entre dientes y se fue, no sin antes dispararme su sonrisa coqueta.

Sequé mi cabello alisándolo y me apliqué maquillaje de nuevo, casi nunca usaba maquillaje, ni siquiera en fiestas, así que sólo apliqué un poco de sombra plateada, algo de mascara y cambié mi brillo de labios transparente por uno rosado; me puse mi brasier y tanga a juego azul media noche y miré a través de mi armario.

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora