Capítulo 30

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Incliné mi cabeza para besarla, recorriendo mi lengua a través de su suave labio, queriendo profundizar el beso. Ella enredó sus manos en mi cabello y no pude evitar sujetarla contra la pared, presionando cada pulgada de mi cuerpo contra el suyo. Gimió en el fondo de su garganta y sentí felicidad burbujeando dentro de que ella amaba besarme tanto como yo amaba besarla a ella.

Flexioné mis rodillas y la envolví fuertemente en mis brazos, levantándola de sus pies. Ella envolvió sus largas piernas alrededor de mí mientras desabotonaba mi camisa lentamente; sus dedos persistiendo en mi piel, poniéndome la piel de gallina. Cada uno de los toques de Valentina era como nada que hubiera sentido antes. Todas esas chicas con las que me había acostado solo para intentar olvidarla, eran nada comparadas con ella. Deseaba con todo mi corazón que hubiera esperado y que fuera mi primera pero todo se sentía como una primera vez con ella de todas formas. Cada toque era diez veces mejor que algo que hubiera sentido antes, era como si cada lugar en que su piel tocaba la mía, se sentía como si me quemara ligeramente, pero de una buena manera. Ella me ponía nerviosa, no quería hacer nada que ella no quisiera pero estaba tan asustada que no pudiera satisfacerla y no quería arruinar nada.

Me alejé del beso, plantando pequeños besos por su cuello, succionando el chupón que le había hecho hace unos días para hacerlo más oscuro. Amaba esa marca en ella, saber que era mía me volvía loca. Caminé hacia la cama, recostándola y subiéndome arriba de ella mientras bajaba mis manos por su cuerpo. Cuando llegué al borde de su vestido, deslicé mi mano por debajo, subiéndola por su tonificado muslo, haciendo mi camino para poder apretar su trasero, no pude evitar gemir al sentirlo. Saber que era la única que ella dejaría acercarse así, me hacía sentir como la mujer con más suerte del mundo.

Ella tiró mi camiseta por mis hombros y bajó sus manos por mi pecho, masajeándolos de una manera tal dulce y sensual que me estaba subiendo la excitación a mil por ciento, cuando llegó a mis jeans inmediatamente comenzó a desabrocharlos también. Me tensé levemente. ¿Qué rayos está haciendo? Me giró sobre mi espalda y se sentó a horcajadas sobre mí, luciendo tan sexy que era irreal. Se mordió el labio, pareciendo un poco nerviosa por algo.

Juls: — ¿Estás bien? —pregunté curiosamente frotando mis manos en sus muslos tranquilizadoramente. ¿Por qué está nerviosa? Ella asintió y sostuvo el borde de su vestido levantándolo por su cabeza, sacudiendo su cabello después haciéndolo colgar alrededor de su hermoso rostro. La miré en su sostén de encaje negro strapless y ropa interior a juego y miles pensamientos lujuriosos bombardearon mi cerebro a la vez. La deseaba tanto que era irreal, esto era lo más lejos que habíamos ido, la había visto sin camiseta pero no casi desnuda como esto. Era increíble. Se inclinó y me besó apasionadamente alejándose para mirarme, todavía luciendo un poco nerviosa pero emocionada al mismo tiempo.

Val: — ¿Me deseas Juls? —preguntó. Mierda, ¿es algún tipo de broma o algo?

Juls: —Ángel, te he querido desde siempre- Sonrió haciendo que mi corazón latiera más rápido.

Val: —Hazme el amor —susurró, besándome suavemente.

Mi corazón se detuvo, acaba de pedirme... no, de ninguna manera, ¡dijo algo más y luego vas a parecer como una idiota cuando resulta que no la escuchaste bien!

Juls: — ¿Qué? —pregunté débilmente, empujando su cabello detrás de su oreja.

Val: —Estoy lista ahora, quiero que me hagas el amor —Se sonrojó levemente, luciendo más adorable todavía por cuan dulce e inocente era.

La giré en su espalda. ¿Ella cree que tiene que rendirse por mí? Jesús, ¿no me cree cuando le digo que la esperaré?

Juls: —Ángel, te esperaré tanto como quieras. Prometo que puedo esperar —prometí, disponiéndola a que me creyera. Nunca tocaría a otra mujer de nuevo, sólo no me interesaban, nunca lo hicieron. Ella rió.

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora