Capítulo 28

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Solo me caí un par de veces y cada vez que interrumpía mi caída, o me atrapaba o me levantaba. La miré mientras patinamos, estaba sonriendo ampliamente y mi corazón dio un vuelco. Era tan guapa, amable y paciente. Podía sentirme enamorándome de ella. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que estuviera loca por ella.

Val: —Oye, ¿Qué tal si presumes un poco? Me encanta verte patinar —sugerí, agarrándome en el costado por mi vida para que pudiera soltarme.

Ella me dio un beso antes de irse patinando al revés, se volvió bruscamente y patinó hacia delante tan rápido que realmente me asustó. Mi corazón estaba golpeando en mi pecho a la vista de eso. Si se caía, mientras patinaba de esa manera, iba a resultar gravemente herida. El pensamiento de ella herida me aterraba. Hizo un par de vueltas y me mostró sus habilidades, como saltar y patinar sobre un pie. Siempre me encantaba verla patinar. Se veía tan hermosa y grácil pero nunca la había deseado por eso, hasta ahora. Se veía tan sexy cuando estaba patinando, tan poderosa y dominante.

Juliana quería jugar Futbol profesionalmente, que ya había sido buscada por un equipo realmente bueno pero necesitaba estar en la universidad antes de que pudieran firmar. Le habían ofrecido una beca deportiva completa en una escuela muy buena en Boston, lo que significaría que tendría que mudarse cuando la escuela terminara en pocos meses. El tiempo de separación iba a matarme. Yo iba a tener pesadillas todas las noches cuando ella no estuviera allí, sin mencionar la angustia que sentiría al verla irse. Odiaba el hecho de que ella estaría tan lejos y que las chicas estarían cayendo sobre ella. Suspiré, negándome a pensar en ello. Tenía que confiar en ella y lo hacía, confiaba plenamente en ella, creía que me amaba y que no quería hacerme daño. Cuando regresó a mí, patinó hasta detenerse, enviando un spray de hielo sobre un lado.

Juls: — ¿Es eso suficiente exhibición para ti? —preguntó, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y besándome tiernamente.

Val: —Oh, sí. Mi mujer puede patinar bien —confirmé, con una sonrisa hacia ella.

Juls: —Mmm, di eso de nuevo. Me gusta eso —gruñó, en una ronca sexy voz que hizo temblar mis entrañas. Envolví mis brazos con fuerza alrededor de su cuello y la atraje más cerca.

Val: —Mi mujer puede patinar —ronroneé seductoramente, mirándola a los ojos. Pude sentir la ardiente pasión chisporroteando entre nosotras. Ella me abrazó fuertemente y luego me sostuvo, levantándome de mis pies. Empezó a patinar suavemente alrededor de la pista. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras patinaba ocasionalmente haciendo pequeños giros y cambiando a patinar hacia atrás. Sus ojos no dejaron los míos. Fue la cosa más erótica y sexy que me hubiera sucedido y todo mi cuerpo estaba anhelando por ella.

Juls: —Te amo tanto, Ángel —susurró.

Sonreí. Mis entrañas estaban rebosando de felicidad y pasión. Ella me estaba volviendo loca; yo la quería y la necesitaba. Al mirar dentro de sus hermosos ojos marrones, podía ver todo su amor por mí brillando a través y eso hizo a mi corazón latir muy rápido. De repente, me golpeó como un camión, yo también la amaba. Tal vez siempre la había amado, no estaba segura. Ella tenía una manera de deslizarse detrás de mis defensas y se abría paso dentro de mi corazón pero siempre me había negado a verla de esa manera. Me hacía sentir segura, querida, necesitada y especial; yo no quería volver a dejarla ir. La amaba como loca, más que a nada, ella era lo único que necesitaba en la vida. Abrí mi boca para decirle que yo también la amaba pero habló primero cortándome.

Juls: —Vamos a ir a cenar —sugirió, patinando fuera de la pista de hielo y sentándome en el banquillo. Ella se puso de rodillas y me quitó mis patines. Sólo la miré mientras lo hacía, incapaz de mantener la sonrisa fuera de mi cara. ¿Era esta chica realmente mía? ¿Cómo conseguí ser tan afortunada?

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora