Capítulo 37

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Paula: - ¿Valentina? -repitió la señora, mirando entre él y yo-. ¿Tu hija Valentina? -preguntó, con una sonrisa tirando de sus labios. Mi padre asintió con la cabeza, sin separar sus ojos de los míos. Me sentí como un venado atrapado en los faros de un coche que se aproxima y lo único que puede hacer es prepararse para el impacto.

Paula: -Bueno, es grandioso al fin conocerte. He oído a León y Lucho hablan tanto de ti que ya siento como si te conociera -dijo la señora, sonriéndome con gusto. Traté de devolverle la sonrisa y fingir que todo estaba bien, que no estaba a punto de desmayarme en cualquier segundo, que no estaba a unos cinco segundos de tumbar la casa a gritos.

Val: -Igualmente Paula-contesté en voz baja, arrastrando mis ojos de él.

León: - ¿Qué estás haciendo aquí, Valentina? -preguntó mi padre, levantando las cejas y sonriendo con una media sonrisa. El sonido de su voz envió escalofríos por mi columna mientras trataba desesperadamente de no recordar mi infancia. Tenía pesadillas con su voz, sus ojos, la forma en que se paraba tan derecho y cómo sus puños siempre estaban cerrados, igual que ahora.

Val: -Yo... yo vine con Lucho, él está... él esta se está cambiando -tartamudeé. Inmediatamente me regañé mentalmente por mi tartamudez. Sus viejas reglas volvieron, enderézate, habla claro, no murmures. Paula sonrió.

Paula: -Bueno, es genial que estés aquí. ¿Te gustaría quedarte a cenar? Creo que vamos a pedir comida, porque no tenemos muchos alimentos aquí. No pensábamos volver hasta tarde esta noche, pero Matias ha estado enfermo toda la semana, así que volvimos temprano -explicó mientras besaba la cabeza del bebé con suavidad. Ella parecía muy agradable, demasiado buena para este imbécil abusador.

Negué con la cabeza, incapaz de hablar de nuevo. Me temblaban las manos, así que las apreté juntas con fuerza, tratando de mantener el control y no lanzarme al suelo a llorar.

Paula: - ¿Estás segura? No es molestia. Nos encantaría que te quedaras para la cena, ¿no es así, León? -continuó, sonriéndole, completamente ajena a lo que yo estaba viviendo mi peor pesadilla en estos momentos. Él asintió con la cabeza, su mirada viajó a lo largo de mi cuerpo, haciéndome sentir escalofrío.

Val: -Estoy segura, gracias -dije en voz baja, quebrándome un poco al final. El niño empezó a llorar de nuevo. Los ojos de Ruby se agrandaron mientras miraba a Stephen.

Paula: -Voy a darle un poco de medicina y a dormirlo -dijo, levantando la cabeza hacia la despensa, de la que sacó una botella de medicina y una cuchara.

Mi padre anduvo un par de pasos hacia mí y yo retrocedí contra la puerta, mi respiración salió entrecortada. Le eché un vistazo a mi teléfono abierto y marqué el número de Lucho, era la persona más cercana, si tan sólo pudiera llamarlo y decirle de alguna manera que bajara, podríamos irnos.

León: - ¿Cómo has estado, Valentina? He estado tratando de verte por años, pero tu hermana no me dejó -afirmó con sorna en la palabra hermano.

¿Había estado tratando de verme y Eva no me dijo? ¿Por qué diablos no iba a decirme algo así? Conociendo a Eva probablemente pensó que me estaba protegiendo. Miré a la madre de Lucho en busca de ayuda, ella estaba regresando la botella de medicina.

Val: -He estado muy bien, gracias -contesté. Miré mi teléfono, que todavía estaba tratando de conectar, Lucho no respondía. ¡Maldita sea!

Paula­:-Voy a llevar a Matias a la cama y vuelvo para hacer un poco de café o algo. - Sugirió sonriéndome amablemente.

León: -Está bien, amor -respondió mi padre, sin apartar sus ojos de los míos. Tragué saliva, ¡no podía estar allí sola con él!

Val: - ¿Puedo ir contigo? -pregunté con desesperación. Ruby me miró un poco sorprendida-. Me gustaría ver el cuarto de Matias, si eso está bien -mentí con rapidez. De ninguna forma me quedaría aquí con él.

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora