Capítulo 40

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Val: — ¡Juliana no sé qué me dirás pero ya estoy cansada de todo esto, mira todo lo que ha logrado ese hombre y además tú irás a la universidad y no pienso obligarte a que te quedes conmigo aquí!—expliqué, sacudiendo la cabeza. Negó con la cabeza.

Juls: —Ángel piensa esto, ¿por favor? Te amo, me amas y estoy dispuesta a lo que sea contigo, no te voy a dejar sola por nada en el mundo. — Sopló una bocanada, pasándose una mano por el pelo, nerviosamente.

Val: —Juliana, no podemos seguir.. Todo esto me está consumiendo y tú debes ir a la universidad en Los Ángeles, por el amor de Dios; no puedo obligarte a quedarte y que cuides de mí. ¡No seas ridícula! —grité, sacudiendo la cabeza. Ella no estaba pensando correctamente. Se subió a la cama, acostándose a mi lado.

Juls: —Ángel, escúchame, ¿está bien? —rogó. Asentí y la miré, incapaz de ver qué podría decir para hacer esto correcto— Te amo más que a nada en este mundo. Antes de que esto sucediera iba a rechazar mi beca e ir a una universidad aquí en cambio —comenzó. Abrí la boca para decirle que estaba siendo estúpida pero me tapó la boca, mirándome suplicante—. Quería pedirte que vinieras conmigo a Los Ángeles no podía pedirte que te alejaras de tu casa, de Eva y de tus amigos, así que decidí quedarme aquí contigo, en su lugar —dijo, encogiéndose de hombros.

Cristo, es tan adorable, dulce y considerada pero, ¿cómo demonios haría yo de no sentirme culpable con dañar sus sueños? No podría estar tranquila pensando que por mi culpa, por ser una persona con problemas y ahora con esto de la anemia, Juliana tuvo que dejar sus planes de lado por estar conmigo.

Val: —Juls, no quiero arruinar tu futuro —susurré. Ella sonrió y me besó suavemente.

Juls: —Ángel, tú eres mi futuro —contrarrestó ella, deslizando la mano bajo mi top.

Miré su apuesto rostro; sus ojos marrones estaban centelleando con amor mientras acariciaba me acariciaba con ternura y adoración.

Val: —Juls, nada de lo que ha ocurrido lo hice para atraparte—dije nerviosamente. Ella se echó a reír y puso los ojos en blanco.

Juls: —Me atrapaste cuando tenías cuatro años de edad. Estabas usando un vestido azul oscuro con un lazo en la espalda y pequeñas medias blancas. La primera vez que te vi estuve atrapada—dijo, sonriendo. ¿Podíamos realmente hacerlo? ¿Ella se quedaría aquí conmigo?

Val: — ¿En realidad te quedarías aquí conmigo y renunciarías tu beca? —pregunté un poco conmocionada. Trabajó tan malditamente duro por esa beca, era una oportunidad tan increíble ¿y renunciaría a eso por mí? Ella sonrió.

Juls: —Ángel, quiero quedarme aquí contigo sin importarme nada más, además así no hubiese pasado todo esto todavía estaría rechazando esa oferta —prometió, acercándose a mí en la cama, envolviendo sus brazos alrededor de mí.

Enterré mi rostro en su pecho y cerré los ojos, yo también la amaba con mi vida y no merecía que le hiciera esto y tampoco quería alejarme de ella. En este tiempo Juliana se ha convertido en mi refugio, en mi salvavidas, mi vida entera, quiero todo con Juliana y si ella es feliz quedándose aquí conmigo yo también lo estaré con ella. Juliana se alejó un poco de mí.

Juls: —Te juro que cada día de mi vida te haré la mujer más feliz del mundo—prometió.

Sonreí; no dudé eso ni por un segundo. Besé sus labios, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, acercándola. La amaba demasiado, más que nada, se alejó del beso y me miró con una expresión de esperanza en su rostro.

Val: —Está bien, jamás lo pondría en duda —acepté.

Sonrió y me besó de nuevo, moviéndose de modo que tenía medio cuerpo sobre mí. Noté que no puso nada de su peso sobre mí, estaba siendo súper tierna. Me besó hacia abajo por mi cuello, bajando más y más. Levantó mi top y besó todo mi estómago antes de levantarse para sonreírme.

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora