Capítulo 38

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Narra Juliana

La halé de nuevo a mi regazo, deseando que se acercara a mí. Mi corazón no había vuelto todavía a la normalidad después de haberla visto sollozar así. Estaba tan molesta que mis dientes se apretaban con tanta fuerza que mi mandíbula dolía, tratando de mantener el control. Quería ir ahí y golpearlo hasta que no quedara nada de él pero ella tenía razón, seríamos nosotras las que nos meteríamos en problemas y ella no necesitaba más estrés en este momento.

Eva le hizo un gesto a Lucho para que se sentara en el sofá frente a nosotros y se sentó a su lado. Ambos se veían estresados. Valentina se acurrucó en una bola en mi regazo, halando sus rodillas y enterrando la cara a un lado de mi cuello. La balanceé gentilmente mientras escuchaba a Eva contándole a Lucho sobre los abusos de cuando eran niñas, cómo su padre había tratado de atacar a Valentina y la forma en que lo había echado de la casa hace tres años. Dejó salir lo del abuso sexual del que nadie sabía mucho porque ella se negaba a hablar de eso. Todo el tiempo Lucho simplemente se sentó allí, jugando con sus manos. ¿Por qué no lucía como en shock con todo esto? Si alguien se sentara allí y me dijera que su padre lo había abusado por años, creo que por lo menos estaría un poco en shock, ¿No es así?

Después de más o menos diez minutos bajé la mirada hacia Valentina para ver que estaba dormida en mis brazos. Se veía tan triste y vulnerable; su cara estaba todavía roja de llorar. No dejaría que algo la volviera a herir nunca. Agité la mano hacia Eva para llamar su atención.

Juls: —La voy a poner en su cama —susurré, incorporándome y tratando de mantenerla inmóvil mientras la cargó hacia su cuarto, recostándola en su cama. Gimoteó y se acurrucó más cerca de mí, así que me recosté con ella por un par de minutos hasta estuviera de nuevo en un sueño profundo. Besé su frente y volví a la sala. Lucho tenía la cabeza entre sus manos. Eva se veía realmente enojada otra vez.

Juls: — ¿Qué está mal? —pregunté, mirando entre ellos dos.

Eva me miró, parecía en serio estresada y preocupada. No veía a Eva así muy seguido, siempre era muy fuerte y de hecho me hacía sentir un poco enferma verla así ahora.

Eva: —Lo está haciendo de nuevo. Ha golpeado a Lucho y su mamá algunas veces — gruñó Eva, viéndose disgustado.

¡Maldición! Le dije a Eva que debimos haber llamado a la policía en vez de sólo patearlo fuera, pero insistió en que no quería que Valentina pasara por eso. ¡Y ahora él se lo estaba haciendo a alguien más!

Lucho: —Mi mamá estaba hablando sobre dejarlo el año pasado. Entonces en su lugar nos mudamos aquí. Ella dijo que era un inicio fresco y que todos deberíamos empezar de nuevo pero no ayudó —dijo tristemente. Me arrodillé a su lado y puse mi mano sobre su hombro. Realmente no lo conocía tan bien, era más el amigo de Ángel que el mío pero sabía que era un buen chico.

Juls: — Lucho ¿tu mamá aún quiere dejarlo? —pregunté, mirando a Eva, quien parecía lista para explotar en cualquier minuto. Tendría que vigilarla de cerca. Si el momento llegaba entonces estaría ahí a su lado pero no podíamos precipitarnos a nada, tenía que verse como autodefensa. Lucho se encogió de hombros.

Lucho: —No he hablado con ella acerca de ello desde que nos mudamos aquí, así que no sé. Sé que está asustada por Matias. Él no lo ha golpeado todavía pero tiene sólo un año —replicó, su voz quebrándose.

Apreté su hombro solidariamente. Ese idiota era una pieza realmente enfermiza. Eva se sentó a su lado y palmeó su espalda torpemente. Eva y yo no sabíamos cómo consolarlo pero Ángel sería perfecta para esto; era tan malditamente cariñosa y amable.

Eva: — Lucho necesitas decirle a tu madre que él ha hecho esto antes. Podría ser el empujón que necesita para dejarlo antes de que le haga algo a Matías —dijo Eva amablemente. Lucho asintió, levantándose.

LA CHICA QUE SE ESCAPA POR MI VENTANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora