Capítulo 42: Hoguera en la tormenta

940 69 78
                                    




—      ¿Habéis decidido ya que queréis hacer? —pregunta mi papá, haciendo que tanto yo como Dy nos miremos.

Ya ha pasado una semana desde que nos enteramos del posible ascenso de mi padre, y de las consecuencias que esto traería, y aunque hemos hablado cada dia del tema, aún no hemos conseguido llegar a una solución. Y, para problema nuestro, ayer mi padre nos anunció en la cena que la posibilidad del ascenso se iba a transformar en certeza, ya que iba a aceptarlo.  ¿Qué debo hacer? Yo sólo quiero la felicidad de mi hombre, no puedo pedirle que se aleje de su familia y sus amigos por mí.

—      La verdad es que no. —admite Dy a mi lado, al cual tengo abrazado por el brazo en el sofá, con mi padre sentado en el otro.

—      Sé que es una decisión algo complicada. —suspira mi progenitor, mirándonos con una mueca.

—      ¿Algo complicada? Nos estas haciendo elegir entre su familia y la mía. —protesto suavemente con el ceño fruncido, sin agresividad en la voz. Al fin y al cabo, mi padre no lo ha hecho a propósito.

—      Princesa, no es que nos vayamos a otro país, estamos a unas horas. —contesta Lucas con una mueca compasiva—. Y toméis la decisión que toméis, pensamos venir cada cierto tiempo aquí, para visitar a la familia de Dy.

—      Pero no es lo mismo. —replico con mala cara.

—      Cierto. —asiente mi padre, con otra mueca—. Pero por lo menos tenéis la posibilidad de decidir.

—      Al revés, eso es lo que lo hace más dificil. —murmuro mordiéndome el labio.

Si me hubieran intentado obligar a ir con ellos, dejando a Dy aquí, me hubiesen dado una excusa para quedarme. Por muy mal que pueda sonar, mi prioridad es y será siempre Dy. Pero si ya nos dan la opción de permanecer juntos, la decisión es imparcial...

Alzando la mirada para observar a Dy, veo en sus ojos las mismas dudas y pensamientos que tengo yo, haciendo que nos quedemos en silencio unos segundos, hasta que un suspiro de mi padre lo rompe, atrayendo nuestra atención.

—      ¿Sabéis qué? —murmura mi progenitor con una mueca compasiva—. Yo lo he estado pensando también unos cuantos días, y creo que deberíais permanecer aquí.

—      ¿Por qué? ¿Y vosotros? —respondo frunciendo el ceño con duda en mi voz y mi mirada—. Os quedareis solos.

—      Hija, tu madre y yo somos adultos, y hemos vivido solos mucho tiempo. —dice mi padre riendo—. Y tú también eres mayor, y más pronto que tarde te ibas a alejar de nosotros para hacer tu vida.

—      Pero es lo mismo en el caso de mi familia. —murmura Dy.

—      Dylan, si algo he aprendido en mi vida, es que debes cuidar a la familia y los amigos. —contesta mi padre con rostro serio—. No quiero que lo dejéis todo por una decisión mía, suficientes problemas he generado ya en mi vida por ese motivo.

—      Pero papá...

—      Si que la capital es una buena oportunidad a nivel de futuro laboral, pero ya no es sólo que Dy se aleje de su familia, ambos perderéis el contacto con vuestros amigos y conocidos. —murmura mi padre con una leve sonrisa—. Si tal y como me habéis demostrado no lo tenéis claro, es mejor que os quedéis. La verdadera felicidad en esta vida, es disfrutar de la relación que tienes con las personas que más quieres, y entre las dos opciones, esta es la que menos relaciones rompe o agrieta.

—      Pero... —sollozo sintiendo que mis lagrimas empiezan a brotar sin permiso de mis ojos.

—      No llores, princesa. —contesta mi padre mientras Dy me rodea con sus brazos—. Ya te lo he dicho, tu madre y yo vendremos continuamente para visitaros, y pasaremos las vacaciones juntos, como siempre.

LibidinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora