Traición de sangre

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7:15 p.m.

Nada dolió tanto ese día. No dolió menos la batalla donde su contrincante le tiró una poción ácida que le quemó las manos, ni siquiera el cómo otro la había golpeado en el estómago con un puñetazo de abominable, tampoco cuando las cientos de espinas rodearon su cuerpo y sintió como su calor rojo salía de las heridas.

No dolió, porque sabía lo que quería en todas esas peleas, lo mucho que había entrenado, lo mucho que se había esforzado, y lo que estaba en juego si perdía. Lo hacía por Emira, por sí misma. Haciendo lo que sus padres querían para ella, se aseguraba un poco más de libertad de la ya apretada situación, y hacía que su hermana pudiera disfrutar de esa misma libertad.

Y en todo el día, ver a Luz, inconsciente en los brazos de Emira había dolido. Tras todo su esfuerzo, aún así no era suficiente. Para ningún Blight al parecer, su esfuerzo era suficiente; siempre debían quitarle más.

—¿Qué haces? —Amity preguntó, con rabia, casi sintiendo como sus heridas le ardían al ponerse en pie.

—¿E-Emira? —Edric cuestionaba, con tanta sorpresa como angustia.

—Ami… ¡Aug-! ¿Qué hacen aquí? Deberían estar con… —hablaba entrecortado, intentando soltarse del agarre abominable.

La menor había levantado una abominación que atrapó a Emira y de inmediato comenzó a asfixiarla. Su rostro comenzó a desaparecer, después de aquel bello vestido amarillo hermoso que llevaba puesto.

—Estoy harta, ¡harta, harta, harta! —Amity estaba a punto de llorar. Qué significaba lo que veía, no tenía que ser muy lista para adivinar de qué se trataba.

Edric corrió al auxilió de Emira, pero retrocedió al ver que esta misma lo amenazaba con un hechizo.

«Aléjate


—Es una criminal, Amity. —Emira tragó saliva, sintiendo la abominación estrechar el agarre en todo su cuerpo con cada sílaba que pronunciaba. Buscó aprobación y ayuda en los ojos de su hermano Edric antes de continuar:— Debemos entregarla al aquelarre del emperador.

—¡¿En serio prefieres esto, Emira?! —Amity gritó, pero su voz sonaba ahogada dentro de la habitación. Sus lágrimas bajaban—. ¡También es tu amiga!

—¿Amiga? Lo único que nos ha traído son problemas… —aclaró con cierta frialdad, dando un par de pasos atrás—. Tú has estado ocultándola a nuestros padres… ¿Qué crees que nos harán hoy si la ven? Van a arruinarnos la vida.

Edric parecía indeciso. Su mirada tembló un momento, miró a Amity, a Luz, a Emira. No estaba bien.

—¿Por qué no la dejas ir? Si no la encuentran… podemos fingir que no estuvo aquí y tendrás tu estúpida cena con tu novia.

Emira apretó la quijada.

—No puedo hacer eso… —Su voz tembló ligeramente— Nuestros padres tienen razón, hermanos, ¿no lo ven?

Edric hizo un círculo en el aire lo más rápido que pudo. Un brazo de planta salió del círculo y se extendió a gran velocidad hacia Emira, quién apenas pudo defenderse usando a Luz de escudo humano.

—Estás jodida, Emira. Van a asesinarla apenas la vean y tu solo piensas entregarla en bandeja de plata por un poco de aprobación.

Los restos del GromDonde viven las historias. Descúbrelo ahora