Conexión

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—¿A La Rodilla? —Amity sonaba algo dudosa— Si se dan cuenta que tengo un yeso, ¿verdad?

—Buen punto… mmh.

Los mellizos miraron de nuevo a su hermana menor, de pies a cabeza, ambos con su mano en su mentón, pensando.

—¿No puedes hacer lo mismo de ayer? —respondió Edric con una pregunta.

—Ya sabes, andar con tu abominación —agregó Emira, mirándola con una sonrisa en su rostro al igual que Edric.

Este viaje sería algo difícil de evitar, pero Amity seguía viendo imposible el acompañarlos. Se supone que no debería estarse moviendo tanto, ¡ni siquiera debería estar fuera de la cama! De todas maneras, ese seguía siendo el más pequeño de sus problemas.

—Ustedes… —susurró con la mirada gacha— ¿ya saben lo de ayer? —preguntó con tono suave.

Emira y Edric intercambiaron miradas un momento, levantaron sus hombros como si fuese algo obvio.

—Claro.

—Siempre lo supimos.

—Desde antes que salieras…

—ya sabíamos que lo harías.

Amity suspiró agotada —Augh…

De repente volvían las memorias de lo que pasó y su mente se llenó de recuerdos confusos. No quería pensar en la noche anterior de nuevo, pero, terminó pensándolo.

Calidez, suavidad, humedad. La mano de Luz atrayéndola más y más y el sonido de su corazón resonando en sus tímpanos. Sus respiraciones tan cercanas y sus manos temblorosas y nerviosas.

Las mejillas de Amity ardieron ante el recuerdo de aquel beso, pero se puso pálida de nuevo, al continuar con el fin de esa noche; los gritos de Luz en su cabeza.

«—Amity, ¡no te vayas! —Luz le rogaba, mientras ella se escondía entre los brazos de su abominación— Aún podemos hacer algo, ha… ¡háblame!

Si hubiese podido ver a la morena, habría visto la desesperación en sus ojos color chocolate y posiblemente las lágrimas que caían por sus mejillas. Sus manos temblorosas y sus intentos desesperados por detener a la masa de materia de irse.

Amity pensó en detenerse un momento, al menos para echar darle una última mirada a Luz, pero no pudo. Estando a punto de salir por la ventana; de decir adiós, escuchó un estruendo en la puerta de la habitación.

—¡Luz! —gritaron Eda y Lilith a la vez, quienes hasta el momento habían estado teniendo una conversación en la sala de estar, pero les llamó la atención la voz asustada y alzada de Luz.

—¡Muéstrate, esbirro del emperador! No tendré magia, pero estos bebés aun pueden dar dolor —dijo Eda, levantando sus puños a aquella figura oscura en la ventana— ¡Quién se mete con mi niña, se mete conmigo!

Y antes de que siquiera Eda pudiera hacer algo. Amity se esfumó, sin una última mirada, sin un último adiós. Lo único que seguía escuchando eran los sollozos de la humana.»

—Edric, ¿qué tal estos? —preguntó Emira, mostrando un par de abrigos de tela azul y gruesa, con botones de un tono más oscuro.

Lágrimas rodaron por su mejilla. Mientras sus hermanos estaban despistados, Amity se limpió el rostro de inmediato. Para cuando los gemelos volvieron a ver a Amity, ella solo estaba pálida, pero con la nariz roja.

—Eh… —se puso nervioso, viendo como su hermana menor no los veía a los ojos, sino a un punto fijo en el suelo— Amity, ¿ocurre algo?

—Yo… no creo poder ir… —dijo Amity para disimular, pero esto llamó la atención de Emira.

—Ayer… gasté mucha magia para llegar a casa —suspiró de nuevo, limpiándose el rostro con la contra palma de sus manos—. Puedo, pero con un camino tan largo, agotaré mi magia para cuando estemos en la cima.

—¿Y si usas tu varita? —preguntó Emira.

—No será suficiente —respondió Edric de inmediato—. Sin magia, ni varita, no creo que pueda aprender un hechizo nuevo.

Emira entonces suspiró, dejando sus brazos caer en su cintura. Había otra cosa que podían hacer.

—Bien, déjenme lo a mí, conozco a alguien que puede ayudarnos… —dijo, se veía algo molesta, pero resignada— Edric, ayuda a Amity a buscar un abrigo y un gorro, yo… iré a hablar con alguien.

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Era una chica alta, no tanto como sus hermanos, pero si era de su misma edad. Un cabello castaño, unos ojos claros y una sonrisa cálida.

Amity sabía quién era, más o menos, la había visto un par de veces por la Hexside, al lado de Luz. Eso la hizo sentir un poco incómoda, pero tenía más curiosidad por saber de dónde conocía a Emira… no parecían ser el tipo de personas que compaginaban.

Emira odiaba la escuela, mientras que ella cursaba dos clases a la vez. A pesar de su apariencia totalmente opuesta a su actitud —lo cual era bastante irónico, igual que con sus hermanos—, se notaba que en el fondo era una buena persona.

—Y tu… —fue lo que dijo Emira al verla primero. Jugó nerviosa con sus manos, señalándole el rostro a aquella, y luego le dio esa mirada despectiva: “cómo sea”.

—¿Mi anzuelo? —dijo la chica, con una sonrisa para alivianar el ambiente— Los acompañaré hasta La Rodilla y no quiero que se me caiga la oreja —soltó una suave risa, algo incómoda, pero conmovió a Amity—. Como sea, Puddles es algo insegura al inicio, pero no dará problemas.

Oh, claro. La criatura en medio de la sala. Para ser una paloma gigante e imponente, se veía bastante miedoso y lindo, cubriéndose detrás de aquella chica que la protegía protección.

—¡Oh, cierto! —aquella castaña brincó al mirar a Amity— Tu eres Amity, ¿verdad? Es un gusto, soy Viney y esta chica de aquí es Puddles…

Viney caminó hacia Amity y la bestia la siguió muy de cerca. Tomó de la muñeca a la chica Blight y la acercó a su criatura. La que una vez parecía una mascota temerosa, se acercó con curiosidad hacia la mano de Amity, una vez que Viney le silbó suavemente.

—Ajam —interrumpió Emira—. Iré a empacar lo que necesitaremos, sigan en lo suyo.

Viney miró algo molesta a Emira, pero lo dejó de lado y recobró su atención a Amity y a Puddles. Aunque aquella estuviera molesta, no había mucho que hacer.

—Bien, lo primero es ganarse su confianza.

Amity tenía su mano cerca de aquella criatura. Estaba algo nerviosa, pero sin duda entusiasmada. Puddles no dejaba de oler su mano y mirarla con mucha curiosidad.

—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Amity con respeto y calma, aunque siguiera nerviosa.

—No le tengas miedo, mírala a los ojos y deja que aprenda todo de ti.

Amity soltó un suspiro que pareció liberar a su vez la tensión en sus hombros y en su mente. Dejó de pensar en Luz, en sus hermanos, se centró en aquella gran bestia frente suyo y decidió que quería volverse su amiga. Le sonrió y aquella le respondió gorgojando con curiosidad.

Al igual que Puddles, Viney notó el cambio en Amity, así que empezó a acariciar a la criatura bajo su cuidado, para relajarla y que se acostumbrara un poco más a la chica Blight.

Puddles dejó de gorgojar al fin. Estaba más tranquila y le agradaba el aroma de Amity. Luego de unos segundos de caricias y de olfateos, Puddles de pegó a la mano de la Blight y terminó restregándose contra ella.

Viney empezó a acariciarle el plumaje del cuello y de su espalda a su pequeña criatura y está empezó a ronronear bajo la mano de la chica de cabello teñido.

—Wow… —aquello puso una sonrisa en el rostro de la chica Blight y sus ojos brillaron en alegría— Gracias, Viney…

—No hay de que Amity… —Viney sonrió también, pero al final dejó salir un suave suspiro—Deberías agradecerle a Puddles.

Amity asintió y le rascó un poco la mejilla a aquella criatura, lo cual la hizo sarandearse un poco.

—¡Brrp!

Puddles retrocedió con algo de sorpresa y se restregó en la pierna de Viney.

De alguna manera, aún sonriendo, Amity pudo ver que Viney no estaba del todo feliz… pero lo entendía, no era su asunto y… ella misma tenía cosas que prefería que no le preguntaran.

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Hola, SGS aquí de nuevo. Como dije por ahí, sus comentarios me animaron a adelantar un poco los caps, así que aquí está: cap tres.

Pd: ya casi volveremos con Luz, nomás espérense.

Pd2: si ven alguna falta ortográfica o algo ilógico, coméntenlo para corregirlo.

Agradecimientos especiales a: WilliamsLeonPoma, arachechixd y a k0ny0uwu por comentar y apoyar la historia, valen mil <3

Los restos del GromDonde viven las historias. Descúbrelo ahora