Nada sale como se quiere

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Viney llegó por la puerta con una sonrisa nerviosa, pero tan brillante como siempre. Primero fue recibida por Odalia de la familia, quién la abrazó con su carismática actitud y la invitó a pasar. Alador al verla, caminó junto a ella hasta la sala de estar y compartieron algunas pocas palabras, bastante amenas para Viney —la única de los jóvenes que, a pesar de estar nerviosa, parecía disfrutar del momento—.

Cuando llegó a la sala, Emira la esperaba con té en la mesita. Odalia, Alador y Edric las dejaron solas por ese momento para que charlaran, mientras ellos ordenaban la mesa. Viney, con el ramillete en sus manos, caminó hacia su novia para sentarse a su lado.

En el aire se podían percibir las pulsaciones del pecho de Viney. Tenía un sonrojo en sus mejillas y una sonrisa que combinaba increíble con su nuevo peinado. Se acercó a dejarle el ramillete y Emira lo recibió con una sonrisa ensayada.

—Te ves preciosa, Viney. —La elogió Emira, aceptando aquellas flores, pero dejándolas en la mesa junto al té, solo para tomar a la otra entre sus brazos. La abrazó y se sintió reconfortada.

Después de todo lo que había ocurrido ese día, un abrazo de Viney la podía tranquilizar.

—Tú también te ves hermosa —le dijo, separándose apenas un poco para mirarla a los ojos, y acariciarle la mejilla con sus dedos. Tenía un pequeño raspón en su pómulo y aquello alertó a Viney—. Lamento no haber ido a verte hoy en el torneo. —le dio un besito a aquel raspón.

—No… No es nada. Sé que estabas ocupada. Además, fue pan comido.

—Seguro que lo fue. ¿Qué tal le fue a tus hermanos?

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—Aún recuerdo cuando Emira era tan solo una niña —contaba Odalia, respirando profundamente con el recuerdo—. Siempre fue muy inquieta igual que Edric, pero de alguna manera lograban escapar de los problemas.

—¿Eso es así todavía? —Alador dio un bocado de su comida al terminar la pregunta, mientras seguía mirando su plato. No parecía muy presente, aunque en realidad estaba cuidando los pequeños detalles.

—Oh, no. —Negó la chica que apenas había tocado su comida—. Realmente nunca la vi de esa manera, señor Blight. Su hija es muy brillante.

—¡Claro que lo es! Y será parte del aquelarre del emperador muy pronto también —agregó Odalia—. ¿Viste su desempeño de hoy?

Emira guardaba silencio ante la conversación, al igual que su hermano, quien apenas y había dicho algunas palabras.

—Lastimosamente tuve que trabajar un poco hoy, y no pude salir de… la granja de mi padre hasta la tarde.

—Oh, eres una chica fuerte, ya veo —Odalia elogió a Viney—. Yo a tu edad también trabajaba. Mi esposo igual. Así fue como poco a poco logramos conseguir el equipo para hacer crecer las industrias.

—Wow. Eso es muy genial. —Admiró Viney, pues el prestigio Blight era conocido en todas las islas, y saber que solo ellos dos lo habían levantado era todo un mérito.

—Tú puedes ser igual o mejor que nosotros, Viney —dijo Alador, con tranquilidad, antes de dar otro sorbo a su sopa de verduras—. Incluso has creado nuevos método de curación… Los cuales podríamos probar a un más y ayudarte a promocionarlos.

—De… ¿de verdad? Vaya, tendré que avisarle a mis amigos sobre ello entonces, podría ser una buena oportunidad-

—Una enorme oportunidad, querida —rio con suavidad Odalia y aquello puso tensa a Emira.

Aún así, la mayor de los hijos Blight penso que no tenía porqué arruinarlo con una sobrereacción. Ya todo estaba bien, pero algo seguía sin sentirse resuelto… Dentro de su pecho aún había una pelea.

—Disculpen, iré al baño un momento.

—Anda tesoro, no te tardes. —Le respondió su madre con una sonrisa cálida—. Ya casi viene el postre, no te lo vayas a perder.

—Claro, madre —dijo Amity, retirándose.

Los demás presentes se acomodaron en su mesa un poco más, al ver que el mayordomo de baba llegaba desde la cocina hacia la mesa, con una bandeja plateada.

—Pensamos en probar algo nuevo para el postre. Escuchamos por Emira que eras vegetariana, así que…

—Nada de hadas —agregó Alador—. Hoy probaremos una receta de nueces y zanahoria.

Viney sonrió a los señores, y se relajó un poco más. Estaban siendo mucho más amables de lo que había pintado Emira. Aunque por otra parte, todos se veían apagados y podía notar que estaban algo resentidos al moverse. No quiso hacerse demasiadas preguntas, porque al fin estaba marchando todo bien, como quería… ¿o no?

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Una caminata, únicamente ellas dos. Había sido un éxito la cena, pero eso no aseguró un éxito en su relación.

—Muchas gracias por lo de hoy, Viney.

Emira sonrió suavemente, mirando a su novia. Se sentía en paz, incluso después de todo lo que había ocurrido.

—Yo también estoy feliz por lo de hoy, ni lo menciones. —Suspiró— Tus papás no son tan intimidantes como dicen.

—Los agarraste de buen humor. —Una sonrisa se presentó en los labios de Emira—. Nunca son así. Les caes bien.

—Eso es bueno… Muy bueno…

Un silencio momentáneo. Con los sonidos de los insectos y las hadas del bosque de fondo, marcado el tiempo con las pisadas de ambas sobre la grava.

Un pequeño calorcito en el pecho de la de cabellos castaños. Temió preguntar, pero lo hizo.

—¿Cómo está Amity? —preguntó— Sé que fue un día muy duro, pero me habría gustado hablar con ella. No hemos hablado desde la última vez en La Rodilla y… me preocupa.

Emira se tensó.

—Amity… Amity escapó de casa.

—Oh, Titán. ¿No la han ido a buscar? —Viney se alarmó. ¿Cómo podía estar tan tranquila?

—Volverá pronto, no te preocupes. Yo lo sé, la conozco. No quiero hablar de eso ahora… —Emira se acarició la mejilla y suspiró.

—Creo que… creo que sé donde puede estar, es mejor ir a traerla. ¿Tus padres saben que desapareció?

—Viney, basta. No podemos ir por Amity.

Emira dejó de caminar y rompió el paso que llevaba con su novia. Viney volteó luego de un par de pasos y se miraron fijamente.

—¿No te importa tu hermana?

—Ella estará bien…

Los ojos de Viney se abrieron ampliamente al ver a Emira. La Blight se veía apenada, entumecida por la situación.

—Viney, por favor. Amity decidió escapar de casa con Luz. No hay nada que podamos hacer para traerla de vuelta.

La de cabellos castaños se quedó estática.

Chifló y Puddles llegó al poco tiempo.

—Iré a hablar con ella, ¿sí? Volverá a casa y ayudaré a solucionar esto. No puede ser que se vaya así como así.

A Emira se le aguaron los ojos viendo como Viney montaba a su grifo. Sabía que una vez Viney supiera el punto de vista de Amity y Luz, jamás volvería a verla.

—G… gracias, Viney. Te amo.

—Regresaré pronto, ¿sí?

Pero nunca volvió. Y Emira lloró esa noche.

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Este es el fin del fanfic, muchas gracias por leer.

—SGS

Los restos del GromDonde viven las historias. Descúbrelo ahora