Después de la fiesta + especial

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Despertó inquieta al inicio.
En los primeros segundos buscó desesperadamente a su alrededor, asustada. Pronto, entró en un estado de confusión y calma: estaba en su habitación y eso la relajó, pero las dudas y tristeza la invadieron luego. ¿Lo de anoche había sido sueño?

No, claramente no.

Algo estaba sobre ella, algo ligeramente pesado que se recostaba en su vientre sin penas. Por un momento sonrió incrédula, pero finalmente terminó de despertar. Su cerebro se encendió completamente y se dio cuenta que no se trataba de Luz.

Levantó la cobija que la cubría y ahí estaba, una pequeña nutria… o algo así parecía, pero no sintió miedo del animal alado. Más bien, le pareció lindo y familiar.

Movió al animalito con cuidado, mientras intentaba sentarse en el borde de la cama. Él no se opuso en lo más mínimo a moverse y, simplemente, rodó un poco para no estorbarle a la Blight. En ese momento notó que aquel era un palismán, uno de madera. Pareció chillar alegre, como algún juguete para mascotas —más grave que los del mundo humano, pero más agudo que los de las islas— cuando Amity lo empezó a acariciar. Aun así, éste se ocultó de la chica, metiéndose debajo de las cobijas.

—Ey, ¿qué haces ahí, pequeño?
Aquello fue una intriga que realmente no le importó. Por alguna razón sentía que conocía al pequeño animal, aunque fuese la primera vez que lo haya visto; le recordaba a Luz, a la noche anterior, al Grom, a las fotos…

Le recordó a su madre.

Nuevamente los pensamientos pesados se unieron. Su cabeza daba vueltas. Luz se veía hermosa la noche anterior, y siempre lo era pero, justo anoche, sus ojos brillaban con un encanto único.

Amity se dio cuenta de lo mucho que la extrañaba: su sonrisa tonta, su aroma, su suave voz y sus reconfortantes palabras. Luz no vaciló en hacer de la experiencia una de las mejores de su vida, y a pesar de no saber si Amity lo intentaría, le dio el valor para hacerlo.

«Escapa conmigo


Aquello resonó en su cabeza una vez más, pero también las palabras de su madre: hoy era su gran día, el día que se inscribiría al Aquelarre del Emperador.

Como sea, la nariz fría del animal le rozó el codo y Amity dejó de pensar en eso. Lo miró, apreciando sus grandes ojos oscuros y su pelaje marrón… Augh, ¿de dónde había salido? Quizás él ya le traía la respuesta.

En su hocico, la nutria cargaba una pequeña hoja de papel, doblada y algo arrugada. Se acomodó entre los brazos de Amity y le chilló para que leyera aquella nota.

Miró la ventana y la puerta antes de tomar el papel. Sus orejas bajaron y subieron nuevamente. Era temprano, así que no debía de haber nadie cerca; los empleados llegaban un poco más tarde y sus hermanos seguramente dormirían hasta que fuese hora de prepararse para las inscripciones.

Nadie.

Tomó el papel y lo abrió con cuidado. Parecía que alguien lo había doblado, muy nervioso, 4 veces por mitad como haciéndose pequeño, intentando pasar inadvertido.

Era un mensaje de Luz, como supuso, y mencionaba a la pequeña nutria entre sus brazos.

—Un palismán…

Los restos del GromDonde viven las historias. Descúbrelo ahora