Capítulo 33.

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Narra Mía.

Desperté igual que cualquier otro día, solo que a diferencia de hoy Carl no estaba a un lado de mi. Lo cual me sorprende por qué casi siempre duerme mucho más que yo. Me entró la curiosidad sobre dónde estaba. Al igual que todos los días hice la misma rutina, eso es tan aburrido.

Al bajar las escaleras únicamente estaba Carol jugando con Judith, nada fuera de lo normal.

- Buenos días...- saludé al terminar de bajar las escaleras.

- ¿Que tal linda? En la cocina hay algo de fruta por si tienes hambre -indico con una sonrisa Carol mientras terminaba de ayudarle a Judith a enseñarle a caminar, era muy tierno todo lo que Carol hacia por ella.

- Gracias ¿sabes dónde está Carl?- pregunté mientras me dirigía a la cocina.

- Hum, salió esta mañana con Rick y tu papá. Pero después lo ví salir de la comunidad con Enid...- respondió, uh no sé si eso me de una buena espina. Nunca he sido insegura de mi misma o de mi relación con Carl pues nunca he tenido motivos para ser celosa con el. Pero Enid siempre me ha dado motivos para ser cuidadosa con ella y con el tipo de relación que tiene con Carl.

- Entiendo...- respondí. ¿Debería ir a seguirlos?- Carol ¿Sabes hace cuánto salieron?

- Los ví hace alguna media hora, aún no han vuelto. Deben andar por ahí leyendo cómics.- sonrió.

Nunca he sido celosa como ya lo dije, ni siquiera estaba en mi mente el ser una persona tóxica con Carl. Pero Enid no del todo me daba buena espina, así que después de pensarlo un buen rato, me propuse en seguirlos, mientras el no me sea infiel no tengo nada que perder.

Me decidí en salir de la comunidad y me apresure un poco para que a la hora de salir estuvieran cerca, aunque cuando se trataba de ellos siempre estaban en un árbol cerca de Alexandria. Escuché unas risitas y voces así que comencé a seguir el ruido, en efecto estaban en el mismo árbol de siempre. Subí unos cuantos árboles atrás para que no me pudieran ver, pero también para tener una buena vista y audición de lo que estaba pasando. Podía ver claramente como si Carl se estuviera tambaleando un poco, como si no estuviera en sus cinco sentidos.

- Me gusta pasar tiempo contigo, Carl. Eres muy divertido. - ¿Sabes que es más divertido, perra? Mi puño en tu cara. Me tranquilice, no ganaba nada enfadandome.

- También eres divertida. - respondió Carl. No me sentiría mal por eso, únicamente es un cumplido.

- ¿De verdad te gusta Mía?- pregunto la maldita. Claro que le gustó, si no no estaría conmigo. Me sorprendió ver qué no hubo alguna respuesta de Carl ¿Es que ya no sentía nada por mi?

- Claro que me gusta, en un futuro planeo hacerla mi esposa.- respondió después de un rato.

- Dudaste mucho tu respuesta ¿Estás seguro que es amor?

- Es amor, Enid.

- ¿Y no hay nadie que te haga cambiar esa opinión?

- Nadie, absolutamente nadie.

- ¿Ni siquiera esto?- comenzó a acercarse a Carl acorralandolo. El no tenía escapatoria, mi corazón se sentía algo arrugadito en cuanto ví sus labios uniéndose. Esta vez, Carl no se movió del beso. Fue un beso infinito, muy largo.

Siendo sigilosa, baje del árbol, no me meteré en su tan hermoso beso. Me aleje de ahí y me devolví a Alexandria. ¿Cómo me sentía? Tal vez traicionada, tal vez enojada, tal vez triste, tal vez como si lo que pasó entre nosotros fue una mentira.

Al llegar a Alexandria supe que mi papá, Rick y Michonne habían salido. No tenía con quién hablar, al menos no con nadie hasta que ví a Maggie y Glenn, sabía que ellos me ayudarían así que corrí a buscar su apoyo en ese momento. Ambos estaban sorprendidos, pocas veces se me veía a mi llorando. Fuimos a la que era su casa, no había nadie más que nosotros tres en ella así que fue fácil desahogarse.

La Pequeña Dixon. [Carl Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora