One shot's de Male reader/lector.
Serán de diversos animes, son capítulos no muy cortos, pero tampoco tan largos. Algunas narraciones contienen temas sensibles.
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•Portada editada (?) Por...
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— Yo... Ah, lo que usted ordene Mori-San — musitó el de cabellos-___
El chico emprendió camino, primero a su habitación pues tenía que prepararse para lo que iba a hacer, pues siendo un ejecutivo de renombre en la mafia portuaria no podía darse el lujo de negarse a los encargos de su jefe.
— Mierda... Supongo que no hay de otra —
Dicho esto salió en camino a la ubicación que se le había entregado, quedaba a unos cuantos minutos de donde se encontraba, aunque no le importaba, pues no le habían dado tiempo límite; caminaba tranquilo por las calles de Yokohama, en su expresión no se notaba nada más que indiferencia, un rostro neutro, aparentando no tener emociones.
Llegó al lugar acordado, exhaló pesadamente, era algo que hacía todos los días, era algo que había hecho desde pequeño, era algo que había hecho aun más en la mafia; lo había hecho y aún lo sigue haciendo aunque lo intentaron ayudar. Caminó lentamente pero con decisión hasta entrar en aquel lugar que parecía estar abandonado
Agudizó todos sus sentidos, logrando saber que si habían personas en aquel edificio viejo y deplorable; ciertamente tenía que seguir la orden de su jefe. Siguió caminando, así llegando a las personas que se encontraban con él, de manera sutil sacó un arma de fuego y un puñal, se acercó sin cuidado alguno, no tenía intenciones de dejar los cuerpos como normalmente lo hace la ''Port Mafia''
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— Dazai-San lo puedo acompañar — repitió por onceava vez el de cabellos blancos
— Oooh Atsushi-Kun, creo que no podrás, hay muuucho que hacer en la agencia — sonrió inocente
Jinko* solamente dio un suspiro, Dazai se había comportado de manera extraña desde hace unos minutos cuando dijo que iba a tener que ir a un lugar al azar
— No es como si diariamente se comportara como una persona normal— susurró para sí el de cabellos blancos antes de recibir un regaño por parte del rubio
El castaño ya estaba en camino al lugar acordado, estaba ansioso, melancólico, aunque no podía darse el lujo de demostrarlo, tan solo bastaba ver al cielo y sonreír recordando otra vez al único que pudo llamar ''amigo''
